El menor que estuvo en el asesinato de un estudiante sigue preso

Rechazaron un pedido para liberar al chico que acompañaba al homicida de Germán Owsianski

Jorge Salum / La Capital

La Cámara Penal rechazó un pedido de la defensa para excarcelar al chico de 17 años que estaba junto al homicida el día que asesinaron al estudiante de psicología Germán Owsianski. El tribunal abrió una puerta en cambio a la posibilidad de que el chico sea internado en algún lugar donde pueda recuperarse de su adicción a las drogas. Esta decisión quedará en manos del juez Juan Leandro Artigas, quien tiene a su cargo la tutela del menor.

Fueron los abogados del chico quienes apelaron la decisión de Artigas de no otorgarle lo que técnicamente se denomina "egreso", es decir la posibilidad de abandonar su lugar de detención. Los defensores habían realizado el pedido por su buena conducta desde que está detenido y porque no tiene antecedentes penales.

Los abogados también habían pedido a la Cámara que declare nula la declaración que hizo el chico ante la Brigada de Homicidios. En esa declaración, realizada ante la presencia de la fiscal Graciela Argüelles y de su padre, pero sin la asistencia de un defensor, el chico había contado los pormenores del crimen de Owsianski y había admitido que estuvo presente en el momento en que a Brahian Pizzicatti, de 18 años, se le escapó un tiro que hirió en la cabeza al estudiante.

El episodio ocurrió la madrugada del 13 de octubre en Maipú al 1800, cuando Pizzicatti y el menor -llamado Pablo- lo abordaron para robarle las zapatillas. En su declaración ante los detectives de Homicidios y la fiscal, el menor dijo que se había agachado a recoger las zapatillas que Owsianski ya se había sacado cuando oyó el estampido y escuchó a Pizzicatti gritar que se le había escapado. Luego se fueron corriendo y al darse vuelta vieron cómo la víctima intentaba correr detrás de ellos.

Los abogados de Pablo entienden que esa declaración no es válida porque el chico fue obligado por la policía a formularlas y al hacerlo él mismo resultó incriminado. Sin embargo, la Sala II de la Cámara Penal dijo que si bien esa declaración lo colocó en una situación comprometida en relación al crimen, en la investigación hay muchos elementos que prueban que estuvo allí aquella madrugada y que su confesión no es la única prueba sobre ese punto.

En cambio, los camaristas Ramón Ríos, Humberto Giménez y Juvencio Mestres juzgaron apropiada cualquier medida destinada a contribuir a la recuperación de Pablo de su adicción a las drogas y a su reivindicación ante la sociedad, un proceso largo que sólo será posible si todos los actores del proceso penal coinciden en ese objetivo.

Los magistrados reflexionaron incluso acerca de la actividad que deben desplegar los abogados defensores en un caso como éste, cuando hay un menor involucrado en un crimen que admite su participación acaso como el primer paso para comenzar a expiar su culpa, y dijeron que ceñirse a cuestiones estrictamente jurídicas podría ayudar a ganar un juicio pero al mismo tiempo podría "perder a la persona".

Significa que, al menos en el caso de Pablo, los camaristas entendieron que su admisión sobre su presencia en la escena del crimen puede considerarse como la primera señal positiva de que asume su error.

"Cada día se multiplican los casos de delitos graves donde imputados o víctimas son menores pertenecientes a grupos familiares de desahogada posición económica, con padres en apariencia responsables y comprometidos con su educación. A estos chicos no los auxiliamos con la mágica solución del incremento de las penas, propuesta por la mano dura, sino con la supervisión familiar, la prevención y el rápido y eficiente esclarecimiento de los hechos como respuesta correctiva institucional", sostuvo Ríos en la resolución.

Familiares y amigos de la víctima.