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 sábado, 15 de noviembre de 2003

Charlas en el Café del Bajo

-A menudo hemos asistido a historias cinematográficas, literarias pertenecientes al género de la ciencia ficción en las que un ser de inteligencia superior, en un remoto laboratorio espacial o en un algún punto desconocido de esta u otra galaxia crea una vida. Y también a menudo algún investigador de la ufología o del conocido más vulgarmente como fenómeno ovni, nos ha insinuado que algunos dioses de la mitología griega, o los dioses de las civilizaciones aborígenes avanzadas (como las de los aztecas, mayas o incas) no eran sino seres venidos de otra parte del universo que pasaron por la tierra, crearon al hombre, estuvieron un tiempo y luego, sin saberse por qué, desaparecieron (si es que en realidad desaparecieron). Para estos investigadores estos mismos dioses son los que ayudaron a construir, con propósitos astronómicos, grandes monumentos que el hombre de la antigüedad no estaba capacitado para levantar: pirámides, menhires, grandes figuras en la tierra sólo posible de ser observadas desde grandes alturas, etcétera.

-"Haremos al hombre a nuestra imagen y semejanza", dice el Génesis que expresó el Dios de Israel.

-Pero yo no quisiera entrar en un debate de tal naturaleza para no convertir a esta charla en osada y acaso fantasiosa. Las palabras con las que inicio esta charla vienen a cuento porque ayer la prensa del mundo dio a conocer una noticia trascendente que puede resumirse así: científicos norteamericanos lograron en apenas dos semanas crear un virus sintético, lo que lisa y llanamente significa decir que lograron crear vida en un laboratorio. Vida muy rudimentaria, es cierto, pero esto marca el inicio de un camino que tal vez con los siglos alcance contornos que hasta hoy sólo eran patrimonio de la ciencia ficción.

-Es decir, que el hombre comienza a convertirse en un ser que algún día tal vez pueda decir: "Haremos a esta criatura a nuestra imagen y semejanza".

-Todo es posible. El diario La Nación dio esta noticia ayer diciendo lo siguiente: "Tal como si armaran un complejo y exquisito rompecabezas a partir de piezas sueltas, los científicos norteamericanos Hamilton Smith, Clyde Hutchison III y Cynthia Pfannkoch, liderados por el célebre Craig Venter, uno de los padres del proyecto Genoma, lograron construir en el laboratorio la versión sintética de un virus. Lo hicieron usando trozos infinitesimales de ADN que se venden libremente y en sólo 14 días. El potencial de esta investigación para revolucionar nuestro futuro es enorme, afirmó entusiasmado Spencer Abraham, secretario de los Estados Unidos. De aquí en más -agregó- es fácil imaginar colonias de microbios especialmente creados, por ejemplo, para vivir en el sistema de control de emisiones de una planta generadora de electricidad alimentada a carbón. También se podrían utilizar esas colonias para reducir drásticamente la contaminación del agua o los efectos tóxicos de la basura nuclear. Para los investigadores, la creación de vida en el laboratorio puede considerarse ahora una posibilidad realista.

-¡Qué fantástico! Pero a la vez: ¡Qué peligroso!

-Claro, porque el hombre es impredecible. Einstein cuando se enteró de que todo su aporte a la ciencia fue utilizado luego para construir la bomba atómica dijo: "Si lo hubiera sabido me hubiera dedicado a la relojería". A propósito de este logro, Lino Barañao, investigador del Conicet y actual director de la Agencia de Promoción Científica y Tecnológica dijo que "más que un avance de la tecnología humana, es una revolución biológica. Tal vez sea el cambio evolutivo más grande desde que existe vida en el planeta. Porque hasta ahora la evolución funcionaba por mutaciones al azar. Ahora, una de las formas de vida, la humana, está diseñando organismos con un objetivo".

-¿Estos grandiosos avances de la ciencia ahondan la incertidumbre entre aquellos que se preguntan quién es Dios, Candi?

-Mañana le respondo.

Candi II

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