EDITORIAL

Visita trascendente

Cuando Néstor Kirchner asumió la primera magistratura de la Nación el país, como consecuencia de los brutales coletazos de la crisis, se hallaba virtualmente aislado del escenario internacional. La ruptura de compromisos patentizada en el "default" se había convertido en un elemento en extremo irritante para los Estados europeos, que expresaban su recelo hacia la Argentina en el retaceo de su apoyo para la firma del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional. Pero ese paisaje ha cambiado. A partir de pequeños pasos -que se iniciaron en la propia América latina, donde Brasil y Chile se volvieron aliados estratégicos- la situación casi insular que sufría el país se ha ido revirtiendo. La visita que iniciaron tres días atrás los reyes de España amerita ser leída como otro avance trascendente que la Nación da para reinsertarse en el mundo.

Hay dos aspectos del viaje real que merecen ser resaltados: el primero, el inalienable valor que posee para la Argentina la solidez de los lazos que la unen con España, no sólo por razones materiales sino por cuestiones que se vinculan con el sustrato más profundo de su identidad; en segundo, que la devaluada institución en que se había convertido la monarquía en el Viejo Continente ha sido realzada por la rica personalidad de Juan Carlos, quien dista de desempeñar el rol protocolar y meramente decorativo en el que habían quedado confinados otros reyes.

Claro que lo que se discute va mucho más allá de lo genérico: la tensa relación entre el Poder Ejecutivo nacional y las empresas prestatarias de servicios de capitales ibéricos debe haberse erigido en un ítem al que se le dedicó especial atención en la agenda. Como valioso, en tal sentido, se justifica evaluar el comentario vertido por la canciller española, quien calificó de "saludable el cambio de actitud" de las compañías peninsulares en el país, antes de comentar que esta nueva postura ayudará a una distensión necesaria.

Es que después del desastre la Argentina comienza lentamente a ser vista otra vez como un territorio de oportunidad por los inversores. Y si bien aún las condiciones de la economía se hallan lejos de ser las deseables para atraer capitales, el nivel de previsibilidad es mucho mayor que en el pasado inmediato y el mercado interno da señales -si bien aún tímidas- de que comienza a expandirse.

Sin perder de vista que la prioridad es su propia gente, el país debe reconocer la importancia que la visita de los monarcas españoles tiene para consolidar un rumbo positivo.