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 sábado, 08 de noviembre de 2003

Violencia en el maratón de Newell's

Pareciera que jamás comprenderemos que no tiene demasiada importancia el sujetarse extremadamente a una pasión, sino lo contrario, dentro de cada elección personal, tolerar la diferencia. Es increíble que en el maratón por el Centenario de Newell's, con gran cantidad de atletas, con los heroicos deportistas con capacidades diferentes, con un clima apto para la competencia y con la gran esperanza de convivir día a día en un escenario pacífico, una vez más haya prevalecido la libertad de nuestra estupidez. Lo que parecía ser un intercambio de palabras con sorna, terminó en agresión a una persona que vestía la camiseta de Rosario Central. Luego los pugilistas fueron aumentando en número; al mismo tiempo, la razón se desvanecía y la causa que nos había congregado (léase atletismo) se había esfumado rápidamente. Aclamaron los rojinegros que en su fiesta no había lugar para los auriazules; quizás al encerrarse tanto en su irracionalidad, no hayan calculado que la recaudación del evento aumentó con la participación de simpatizantes de Central. Agregar que quien lucía los colores del club de Arroyito fue obligado a colocarse otra prenda encima, torna a la situación más patética y vergonzante. Muchos adujeron que el solo hecho de mostrar los colores del eterno rival de quien organizaba la maratón ya era una provocación, pero sería ridículo tener que vestirse de una determinada manera para concurrir a distintos lugares, según la ocasión. Por estos días prefiero seguir con mi devoción a la utopía, aquella que me dice que llegará el día en que la pasión por unos colores no sea sinónimo de ceguera, violencia y accionar alocado que genera humillación sobre sí mismo.

Gonzalo Alberto Durán



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