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 miércoles, 22 de octubre de 2003

Automovilismo: Adrián Hang, campeón en todo

Alberto Vega / La Capital

La entrevista excede el ambito del automovilismo deportivo. Es alguien muy particular a nivel humano y sin temor a las equivocaciones, el hombre ha sabido sobreponerse logrando lo que muchos ni siquiera intentaron.

Eso lo realizó el piloto de Franck Adrián Hang (31 años), casado y con una hija de 2 años, al obtener este año el campeonato en la división N4 del Campeonato Italiano de Turismo, lo que resultó el final de una temporada más que brillante.

A pocos días de haber regresado desde Italia, Hang continúa ganando la carrera de la vida. Han pasado ocho años del accidente en el autódromo de Monza en el que perdió su pie derecho y parte de su pierna izquierda cuando participaba en la categoría Superfórmula y fue tocado a 240 kilómetros por hora por el auto del italiano Speratti, impactando violentamente contra el guardrail. Con la fuerza y voluntad puestas en los nuevos desafíos volvió a sorprender con su regreso a la competición, con victorias en la Fórmula Gol y luego en su posterior intervención en la competitiva Clase 2 para también destacarse en la Clase 3 del Turismo Nacional.

Muchos no imaginaban que un desafío estaba por venir y que la empresa ortopédica de Bolonia que le devolvió la movilidad lo convocaría para disputar el campeonato que termina de definir hace 15 días en el autódromo de Valellunga.

Así de vertiginosos fueron los últimos años en la vida de Hang. Así se lo contó a Ovacion en su domicilio de Franck, su lugar de paz, lejos del ruido de motores y del alto precio de la fama.

-¿Cómo viviste la obtención del título y qué significó en tu vida?

-(Toma su tiempo y contesta)Es algo muy especial lo que estoy viviendo. Me parece mentira todo lo que me ha pasado en la vida y sólo yo sé lo que me costó llegar a esto. Luego del accidente, y tras recuperar los movimientos de las piernas con las protesis, busqué otra vez conducir un auto de carrera. Fueron momentos difíciles y de mucha angustia que los supe sobrellevar con la ayuda de mi familia y de amigos. El automovilismo lo llevo adentro y es lo que mejor me sienta para estar cada día mejor. Y haber logrado el título en Italia este año es lo máximo.

-¿Resultó difícil la campaña de este año en el Turismo Italiano?

-No fue nada fácil. Allá hay mucha competitividad y las carreras son complicadas. Pero no hay mucha diferencia con lo que sucede aquí en la Argentina. Hay pocos lugares en el mundo en que se puedan juntar entre 60 y 70 máquinas por domingo como sucede en nuestros circuitos. Las diferencias se notan por los avances técnicos que ellos muestran. Hay entre 70 y 80 años de adelantos y eso pesa en el momento de competir. Es difícil pero no imposible ganar en Europa, lo elemental es gastar los autos en los entrenamientos y trabajo permanente arriba de los mismos. Yo pude conseguir resultados al tener un equipo que me entregó un buen auto y con buena organización los resultados llegaron. De diez carreras disputadas, gané cinco (Misano, Magione, Pergusa, Mugello y Monza), logré tres segundos puestos, un tercero y sume cuatro récords de vueltas. De todo eso la mayor satisfacción fue ganar en Monza, donde tuve el accidente. Era un desafió y lo pude lograr para sentirme bien yo. Fue un momento muy especial y hubiera querido que nunca se terminara.

-¿Cómo fue el regreso a Franck y el recibimiento?

-Fue todo muy bueno y esto también no lo podré olvidar. La gente de mi pueblo me conoce y todos quieren que me vaya bien. Han pasado varios días de mi regreso y cuando me encuentro con mis vecinos veo que ellos están contentos por lo que yo estoy pasando. Trato siempre de ser el mismo. Mantengo y quiero seguir con un perfil bajo y pretendo mantener los mismos principios de siempre. No me gusta el ruido y tampoco otras apariencias de cómo soy. Mi familia es lo mejor que tengo y junto a mis amigos me ayudan siempre. Yo tengo la obligación de devolverle algo de lo que recibo.

Adrián vive su mundo en Franck, junto a su señora María Soledad; su hija Sol; sus padres, Celso y Amanda; y sus hermanos Mariela y Hernán, mostrando un verdadero ejemplo de vida.

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