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 domingo, 19 de octubre de 2003

A Indaco casi lo echan por pedir un mango

Las imágenes de la vida de Ary pasan como en Cinema Paradiso. El amor de su mamá, Genoveva, que le calentaba el arroz con leche o la avena y le lustraba los zapatos todos los días a las 5 de la mañana para ir a laburar a los talleres de Pérez. La severidad de papá Harry, que lo hizo echar al tío Jorge, un incorregible dribleador de Central, el día que se sentó en la pelota dentro del arco de Gimnasia. La férrea marca de su esposa Pili a los 83. La destreza de su bisnieto Blas Carmona, que a los 11 años juega de wing en Duendes y ataja en la 92 de Central. Y, sobre todo, la rectitud y candidez del siglo pasado, contada por Ary en una anécdota imperdible: "Cuando terminábamos de practicar en el portón número 2 del ferrocarril, que tenía un terraplén en vez de tribunas, pasábamos a picar algo en una gran mesa que preparaba Fuggini en su almacén. Como los hinchas que llegaban primero se comían todo, Luis Indaco le pidió a la comisión directiva en una nota que a los jugadores nos dieran un peso para gastar en lo de Fuggini. ¿Sabés qué le contestaron? Le pidieron la expulsión".

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