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 viernes, 17 de octubre de 2003

25 años. Karol Wojtyla fue un visionario, pero no un innovador
Dulces recuerdos y críticas ásperas
Los fieles preguntan quién hizo más por la paz, pero sus detractores lo culpan de varios fracasos

Peer Meinert

El cielo sobre la Plaza San Pedro es azul celeste, el sol cae sobre la cara de los peregrinos. Clima de verano en otoño, ideal para festejar. "Gigante de la Historia", saluda en su edición de ayer el diario vaticano L'Osservatore Romano al Papa en el 25 aniversario de su pontificado. Ningún elogio superlativo es excesivo para los fieles.

Los medios italianos no se cansan de festejar a su "Papa récord": en kilómetros viajados, Juan Pablo II dio 60 veces la vuelta al mundo, predicó ante 250 millones de personas, habló con 570 jefes de gobierno y de Estado. "¿Quién hizo más por la paz, la Justicia y la fe?", se preguntan.

Pero es el mismo Karol Wojtyla quien no se conforma con palabras felices y buenos recuerdos. Este polaco tenaz, profundamente preocupado por el futuro de la Iglesia, vuelve a tomar las riendas frente los cardenales y obispos reunidos en Roma.

Viejo y enfermo, reunió fuerzas para emitir el que quizás sea su último mensaje. Su voz es débil, pero su demanda es inconfundible: Roma es quien manda en la Iglesia. Así lo dice alto y claro su escrito "Pastores del rebaño", dirigido a los reformistas y modernizadores que quieren ampliar la democracia interna de la Iglesia.


Obedientes, castos y austeros
El Papa no quiere que los obispos voten, sino que sean obedientes, castos y lleven una vida austera.

"El principio y el fundamento de la unidad de la Iglesia y de la congregación de obispos es el Papa". Esto no deja mucho espacio para reformas. "Roma locuta, causa finita" se llamaba antes a este principio: Roma ha hablado, asunto terminado. El tono del Papa es inusualmente duro.

Y sin embargo, los italianos festejan con frivolidad. Ningún talk show dejó pasar la ocasión de celebrar el jubileo papal. "El Papa que vino del frío", era el título de una emisión que concluyó con la bizarra pregunta de "si Juan Pablo II nombró en secreto a una mujer cardenal".

En otro programa, los invitados discutían entretenidos la posibilidad de que el Papa haya tenido una novia en sus épocas de estudiante. Después de todo, en aquel entonces se dedicaba al teatro y escribía "poesia d'amore".

Pero la televisión también recuerda una y otra vez el "festivo comienzo" del pontificado de Wojtyla. Fue el 16 de octubre de 1978, cerca de las seis de la tarde, cuando el atardecer caía sobre la Plaza San Pedro. Un Juan Pablo II de 58 años apareció frente a los fieles y, rompiendo con el protocolo, se dirigió directamente a ellos.

"No sé si me expreso bien en vuestro, nuestro idioma. Si cometo errores, ¡corríjanme!", dijo, ganándose el corazón de la multitud. Así, en los primeros años, nació la errónea concepción entre muchos fieles de que estaban ante un "Papa moderno".

Pero los "años festivos" han acabado hace tiempo. A pesar de las celebraciones y del sol radiante, una luz tenue que anuncia la noche se cierne sobre el Vaticano. Las cardenales reunidos en Roma podrán elogiar y alabar a Juan Pablo II en su coloquio de varios días, pero su mirada se dirige al futuro: ¿Quién será el próximo Papa? ¿Están los tiempos maduros para tener un Papa del Tercer Mundo? Y sobre todo, ¿quién está en condiciones de afrontar los inmensos desafíos que esperan a la Iglesia? (DPA)Juan Pablo II es un Papa de la paz, voz de los pobres y damnificados, un visionario, pero nunca fue un innovador. Su deseada nueva evangelización fracasó, la reconciliación con los ortodoxos quedó a mitad del camino.

Justo antes del jubileo, un diario romano puso el dedo en la llaga y nombró los problemas más urgentes: escasez de curas, prohibición de los métodos anticonceptivos y, sobre todo, "déficit democrático en la Iglesia".

Y precisamente ayer, otro periódico publicó una entrevista con uno de los mayores rebeldes dentro de la Iglesia, el profesor alemán de teología Hans Kung. Su conclusión: "Con Juan Pablo II, el barco de la Iglesia se transformó en una galera medieval". (DPA)

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