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 viernes, 17 de octubre de 2003

El cazador oculto: Una estética del cine rosarigasino

Ricardo Luque / Escenario

¿Hay vida más allá de la televisión? Claro que sí. Cuesta creerlo, pero es así. Suar no creó el mundo a su imagen y semejanza, ni mucho menos. Antes de "Poliladron" ya existía el policial, los efectos visuales y, aunque usted no lo crea, las participaciones "especiales" de gente que en su vida soñó con ser actor y de pronto se encontró ensayando morisquetas delante de una cámara. El cine rosarino, mucho antes del boom de "El asadito", ya había jugado el juego y no lo había hecho nada mal. Basta recordar la intensa composición que el cantante Adrián Abonizio hizo en el corto de Héctor Molina "Noche de ronda", donde interpretaba a un juerguista que va a una fiesta de disfraces vestido de conejo. O la descarnada interpretación que el propio Nene Molina, un cineasta pura cepa rosarino, hizo de un joven que se enfrenta a las llagas del pasado en "De regreso: el país dormido", la ópera prima de Gustavo Postiglione. Y, como si eso fuera poco, en "El asadito", la piedra angular de la nueva era de la cinematografía rosarigasina, la revelación fue Daniel Briguet, que si bien siempre fue un periodista estrella nunca antes había incursionado en la actuación. Pero la inclinación que sienten los cineastas rosarinos por escoger figuras carismáticas antes que actores de conservatorio para los protagónicos de sus películas llegó al climax con Carlos Resta. El hombre, que saltó del mostrador de la Pizzería Argentina a las pantallas de calle Lavalle, se reveló como un actor dúctil, capaz de encarnar a un ladrón de departamentos o a un padre que se enfrenta con su hijo después de años de ausencia con igual intensidad dramática. Otro que dio un triple salto mortal y terminó cayendo parado en un set de filmación fue el rocker cañadense Coki Debernardis, quien si bien siente atracción fatal por las plumas nunca fue una starlet. La pregunta del millón es por qué pasa lo que pasa. ¿Por qué habiendo en la ciudad escuelas de actuación y una larga tradición teatral los cineastas apuestan a la intuición y no a la formación? Sin dudas se trata de una decisión estética que, para bien o para mal, marca a fuego a la cinematografía rosarigasina. Mal que les pese a Rodrigo Grande y a Ulises Dumont y a Federico Luppi.

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