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 sábado, 04 de octubre de 2003

Editorial
Contra la corrupción

El gobierno nacional ha dado muestras concretas de que la transparencia y la lucha contra la corrupción son ejes fundamentales de su gestión, y aparece dispuesto a librar esa lucha en todos los ámbitos. La decisión de actuar con rapidez y máximo rigor tiene un significado más amplio que el de combatir las irregularidades. Es una señal muy fuerte hacia la sociedad, por un lado, y para los propios implicados en situaciones reñidas con la ley, por otro. Es instalar la idea de que la impunidad, definitivamente, no se condice con los actuales tiempos políticos. El presidente Néstor Kirchner cree también que éste es el camino más eficaz para combatir de raíz el delito en la Argentina.

El jefe de la Policía Federal, Roberto Giacomino, había sido evaluado positivamente por el gobierno debido a la mesura con la que condujo la fuerza durante la gestión Duhalde. Sin embargo, el presidente no dudó siquiera un instante en relevarlo de su cargo cuando comprobó ostensibles irregularidades en una compra directa, por dos millones de pesos, para el Hospital Churruca. Además de sortear el llamado a licitación y pagar sobreprecios por $ 400.000, se le imputa a Giacomino haber favorecido a dos empresas propiedad de parientes suyos.

No es la primera vez que la mira se centra en funcionarios policiales. A principios de julio se produjo el desplazamiento del comisario Alberto Sobrado, jefe de la Bonaerense. Sobrado no pudo demostrar cómo con su sueldo pudo atesorar 500 mil dólares en una cuenta no declarada en el exterior. Es redundante decir que la Bonaerense está sospechada de ser un foco de corrupción muy grande y varios de sus jefes ya lo han pagado con su cargo.

La decisión de Kirchner no deja lugar a las dudas. El mensaje parece ser que nadie, por mucho que sea su poder -como el caso de Giacomino- o elevado su cargo, estará a salvo si transita por los caminos de la corrupción. Las propias instituciones deberían registrar esa convicción presidencial y comenzar a actuar por ellas mismas para eliminar de su estructura a los funcionarios que no hagan de la transparencia y la ética pilares de su conducta.

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