 | lunes, 29 de septiembre de 2003 | El síndrome de plantel chico Central empezó a padecer el síndrome de plantel chico. Eso pasa cuando se lesionan o suspenden a algunos jugadores clave y hay que esperar a que quienes los reemplacen sumen muchos partidos para disimular su eficacia. "Boca y River juegan un torneo aparte", dijo Russo con una razón irrefutable desde tiempos inmemoriales. Los equipos que les hicieron sombra a lo largo de la historia son los que casi siempre mantuvieron la columna vertebral intacta y no sufrieron aquellas contingencias. No es el caso del conjunto auriazul hoy, que las padeció en la Copa Sudamericana y repitió en Córdoba pese a que estuvo muy cerca de tapar con las manos del triunfo la realidad de las dificultades que pasó.
No son pocos los que piensan que si Central hubiera podido mantener todo el plantel del Clausura pasado, podía ahora haberle peleado la supremacía a los poderosos. Esa aseveración nunca comprobable sirve para hablar de este presente si se piensa que la columna del equipo sólo se había resentido en su punta ofensiva y que en pocas fechas logró en parte corregirlo, al punto que hoy poco se habla de Delgado-Figueroa. Pero claro, Claudio González se quedó dos fechas afuera y a Herrera hay que esperarlo. Y Central lo sufrió, porque la experiencia del Yerbatero hubiera sido vital ayer para aprovechar aún mejor las ofertas del fondo tallarín con el partido 2-0.
En la mitad de la cancha sumó un refuerzo importantísimo en Ezequiel González y parece tener alternativas en el armado, porque no estuvo el Mellizo pero Vitamina hacía rato que pedía titularidad, y porque el pibe Lorenzetti parece una opción interesante. Pero si se lesiona Herrón como ayer, ¿quién contiene? Aún con él en la cancha, Central hizo agua por izquierda y el pibe Ruggiero, que lo reemplazó, tampoco tiene características de volante de marca. Por eso el equipo auriazul se defiende bien con posición de pelota. Sin ella tiene que hamacarse como en el Olímpico.
Y la última línea, que tiene a Carbonari como indudable estandarte, como el que hace la pausa, gana de arriba y hasta sale jugando, continuó con problemas sin su presencia. Leonforte reconoció que perdió la marca de Maidana en el primer gol y además le costó cerrarle los caminos a Piriz Alvez, como a Talamonti cuando debió tomarlo. En conjunto no brindaron seguridad en el juego aéreo, aunque el Oveja fue más solvente.
El equipo no se perdió como tal pero sí mostró flaquezas que Russo deberá atender. El empate entonces no fue mal saldo en estas circunstancias. enviar nota por e-mail | | |