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 lunes, 29 de septiembre de 2003

Charlas en el Café del Bajo

-Esta charla quiero dedicársela a mi amigo el diputado nacional Julio Gutiérrez; al señor gobernador electo y aún diputado nacional, Jorge Obeid, los dos hombres muy cercanos al gobierno nacional y a Juan Carlos Millet, a quien no tengo el gusto de conocer. Y me preguntará usted ¿por qué a ellos? Pues porque me parece que son los únicos diputados santafesinos que se han ocupado de la problemática del hombre común, esa que duele todos los días y que muy pocos ven. Los demás ni siquiera sé quiénes son y de otros sé que ni siquiera se preocuparán por el tema.

-No puede no conocer a Baltuzzi, a las señoras Alarcón, Foresi... ¡vamos!

-¡Alarcón! ¿De dónde salió? ¿Qué hizo? Pero sí, a Baltuzzi sí. A él también se la dedico y ya que es rosarino por allí me da una grata sorpresa.

-Bueno, comience con esta charla.

-Avanza, mi querido Julio Gutiérrez, mi estimado Obeid, señor Millet, doctor Baltuzzi, el estilo K., un plato exquisitamente adornado y mejor condimentado, que puede saber bien pero que aún no sabemos cómo caerá al doliente hígado argentino. No será la primera vez que con un plato finamente decorado el comensal se pesca una intoxicación inesperada, dejándolo doblemente desfalleciente: por lo deglutido en mal estado y por la desilusión de haber confiado su delicado sistema gástrico a un chef que tenía más publicidad que méritos.

-Bue... lo que usted quiere decir es que no será la primera vez que los incautos, inocentes, resignados, desinformados y buenos argentinos caigamos en las redes de un nigromante que nos engatusa con la hipnosis de la dialéctica y las acciones, mientras la realidad, contrapuesta a la imagen que nos hace ver el prestidigitador, permanece oculta y desgarrante detrás de una bambalina. ¿Pero por qué esta inquietud por el estilo K?

-Usted y muchos amigos han seguido mis charlas respecto de K, sabe que me mostré cauto a la hora de opinar: cuestioné algunas acciones que califiqué de inoportunas y que deduzco responden a la necesidad de construir un poder propio con ingredientes de dentro y fuera del plato peronista y aplaudí otras como el incremento del presupuesto para las universidades. Pero me preocupan ciertas cosas, que son las cosas que preocupan al hombre común.

-¿Cuáles?

-Desde hace años Rosario está en crisis, una crisis signada por un complemento que la agudiza: el hecho de que Rosario fue siempre una sociedad de clase media hoy condenada a la pobreza, a la indigencia. Muchos rosarinos, ayer empleados, se convirtieron en pequeños comerciantes, levantaron pequeñitas empresas familiares en las que hoy apenas sobreviven, como pueden y con tremendo sacrificio, el papá, la mamá, los hijos y en el mejor de los casos un par de amigos. Si las nuevas y provisionales autoridades de la Afip aquí en esta ciudad no comprenden las consecuencias no sólo económicas (repito, no sólo económicas), con este propósito recaudador acometido contra estos cientos de emprendimientos chicos, construidos en muchos casos con ahorros de toda una vida e indemnizaciones por despidos, los resultados pueden ser tal vez la devastación no ya de negocios, sino de familias. Yo no creo en la insensibilidad de la gente, así que descarto que todos estos operativos sean no más que el efecto del frío corazón de un funcionario. Por eso me pregunto: ¿esta es una política aplicada en todo el territorio nacional para cumplir con las metas fiscales? A mí me parece, Inocencio, que muchos jefes de la Afip han sido rotados y me atrevo a sospechar por qué: porque la superioridad en Buenos Aires espera que ante desconocidos muera la compasión. Me preocupa que se diga que hay reactivación laboral en Rosario, mientras los que andamos las calles sabemos que hay infinitos comercios a punto de derrumbarse, que se mantienen como pueden y en los que trabajan "miles" de chicos que no saben qué harán si estas casas cierran. ¿A qué los van a someter? ¿A la mendicidad desgarrante que vemos los rosarinos cada noche cuando sacamos los residuos? Desde estas charlas pedimos sensatez y justicia, sabiendo que no necesariamente lo justo es lo legal. En nombre de algunos amigos que nos han escrito, pedimos a las autoridades de la Afip Rosario, a los legisladores nacionales y a Jorge Obeid, que consideren el tema que tiene mal, muy mal, a muchos rosarinos. Gracias.

Candi II

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