 | lunes, 29 de septiembre de 2003 | El fantasma de Andrés Ciro en el centro de la fiesta piojosa Carina Taffoni / La Capital A los pibes no les importaba ni la llovizna ni el viento frío que se levantó el sábado a la tarde. Estaban en la entrada del hotel desde hacía horas esperando que Los Piojos salieran para ligar un autógrafo, una foto, una sonrisa cómplice, algo. "Con ellos la mejor (onda)", decía una pelirroja, pero lo señaló al batero que estaba en el bar del hotel y se quejó: "Ese ni me mira, es un agreta".
Había un grupo de rosarinos, cuatro mendocinos y una hinchada que era mayoría, la del Gran Buenos Aires. Reconocerlos era fácil: estaban envueltos en banderas, eran más extrovertidos y, aparte de las insignias piojosas, llevaban el logo de La 25. "Todo bien. Micky y Tavo nos firmaron, y Roger (el baterista) también". Cada fan tenía su propia versión de lo que es un integrante de Los Piojos "con onda".
"Che, ¿y Andrés Ciro?", pregunté como si no supiera nada. Pero a Andrés Ciro nadie lo nombra, es como un fantasma que sólo aparece en el escenario y después se borra. "No, Ciro nunca sale", te responden con una cara que ya no es ni de resignación ni de bronca. Es una costumbre, es parte del ritual. Lo vieron, sí, fugazmente, subir a la combi para ir directamente al show, o antes de la prueba de sonido del jueves, que duró como hasta las dos de la mañana, y algunos afortunados consiguieron foto y autógrafo cuando el grupo salió del hotel para ir a comer al Rich. El resto fue silencio.
El manager de la banda, Pocho Rocca, que ya es una especie de "sexto piojo", y la comitiva que rodea al grupo, trataron de moderar la imagen de estrella distante de Ciro. "Está descansando, está durmiendo, viene filtrado de terminar de grabar el disco y en el escenario tiene un desgaste físico impresionante", explicaba una y otra vez el manager.
Eso nadie puede negárselo. El cantante de Los Piojos se construye como un pequeño teatro para cada canción, no para de moverse y de gesticular, y baila con esos pasos de coreografía tan delirante como estudiada. En "Muévelo" invita a bailar a alguna chica del público y en "El balneario de los doctores crotos" hace un numerito de mimo. Pero debajo del escenario ya es casi imposible desmitificar la fama de figurita difícil que se ganó Andrés Ciro.
Más crece el público de Los Piojos, más se agiganta esa imagen. Y la hinchada piojosa crece. El año pasado el grupo convocó a 10 mil personas en el estadio cubierto de Newell's. Este fin de semana, con dos shows, juntó a más de 16 mil fans. Las banderas lo decían todo: desde La Quiaca hasta Bahía Blanca, pasando por Chaco, Córdoba, Entre Ríos y una invasión de barrios bonaerenses.
El público piojoso es fiel y apasionado, pero también demandante. Algunos fans que hacían guardia en el hotel hasta se quejaron del show del viernes. "Tocaron pocos temas viejos, Ciro hace muchos hits para que cante la gente", te decían como en secreto. Los porteños también comentaban por lo bajo que a los rosarinos "les falta fiesta", pero que les gustaba venir a Rosario "por las mujeres". Los mendocinos, en cambio, estaban felices. Eso sí, no les alcanzó para el alojamiento y durmieron "en la terminal o en la calle". En la misma puerta del hotel, dos chicas que no tenían nada que ver con esas hinchadas futboleras, querían sacarse una foto con Andrés Ciro. Todavía están esperando. enviar nota por e-mail | | |