| domingo, 28 de septiembre de 2003 | Día del Adulto Mayor: el camino de la sabiduría ¿Cuántas veces nos habremos sentado frente a nuestros abuelos fascinados ante recuerdos de historias pasadas, de cuentos de su juventud, de aventuras inmigratorias? ¿Cuántas veces nos preguntamos qué hacen los viejos sentados, quizás con fríos que no aguantaríamos, y de qué hablarán, cuando en las plazas se sientan en el banco de siempre del lado del sol? ¿Cuántas veces nos asombran los viejos hablando y hablando en la cola de un banco, y dudamos de por qué siempre tienen un tema para hablar?
¿Quién no recuerda aquellas transmisiones radiales, que se esperaban ansiosamente, porque hacían volar la imaginación, emocionando, haciendo vivir aventuras impensables y promoviendo que los oyentes desearan el próximo capítulo?¿Quién no recuerda las aventuras de "Tarzanito", actuada por el legendario Oscar Rovito, o de aquel "Cucuruchito mío..." pronunciado por la voz inconfundible de Oscar Casco.
Hernán Jorge Biancotti, locutor de la época de oro de radio El Mundo, recuerda programas tan famosos como "Gran pensión del campeonato", cuya dueña protagonizaba la inolvidable Leonor Rinaldi, que dialogaba con pensionistas que representaban a fanáticos de distintos equipos de fútbol. Por entonces sonaban también las inolvidables radionovelas de Alberto Migré, cuyos protagonistas principales eran Hilda Bernard y Fernando Siro. "Los Perez García" con sus eternos problemas, y el inefable "Felipe" que encarnaba el inigualable Luis Sandrini charlando con Julio César Barton.
Transmitir es comunicar, contar, ceder algo a alguien, entregar a través de la palabra. La transmisión es garante de la continuación de la especie humana y la cultura. El especialista Osvaldo Bodni diría que el que no es capaz de transmitir o se le es impedido, caería en un estado parecido a un proceso tóxico, y relaciona directamente a la transmisión con la autoconservación.
Psicoanalista y pionero en el campo gerontológico, Eduardo Rolla plantea que para un viejo es sumamente necesario el transmitir, porque aumenta su autoestima, lo hace sentirse un eslabón dentro de la cadena generacional y fomenta su identidad, por lo que sugiere impulsar de modo permanente la transmisión a través de la familia y dentro de los vínculos terapéuticos.
Los viejos transmiten y recuerdan en forma reminiscente (placenteramente y satisfechos con lo que ha sido su paso por su vida) o nostálgica (de manera tristona y planteando que todo tiempo pasado fue mejor).
La transmisión a los más jóvenes produce en el viejo un plus de placer, pues entregan a la generación siguiente, algo que, en palabras de Leopoldo Salvareza, sería "la antorcha de su sabiduría" a los que siguen.
De viejo uno puede ubicarse del lado de la generatividad o del estancamiento. La generatividad implicaría la posibilidad de "crear herederos sociales" que trasciende a los hijos y a lo biológico. El modelo por excelencia sería la docencia. Es más: aquel que se dedica a escribir (periodistas y escritores), también estarían del lado de la generatividad, pues a través de sus palabras entregan, ceden, comunican a las generaciones más jóvenes parte de su sabiduría y experiencia.
La posibilidad de que un viejo pueda transmitir, sea escuchado, mirado y que alguien esté atento a su relato produce efectos importantes: dejan de ser objetos marginados para convertirse en sujetos deseantes y deseados. ¿No notaron que los contadores de historias (ya sea con palabras habladas o a través de la escritura) son más felices, saludables y viven con una mayor calidad de vida?
A través de la transmisión, el viejo hace reminiscencia y el joven se interioriza sobre el pasado y la historia. Ambos, en este intercambio generacional, aprenden y se benefician.
María Claudia Biancotti
Psicóloga e integrante de la cátedra de Tercera Edad y Vejez de la UBA enviar nota por e-mail | | |