| sábado, 27 de septiembre de 2003 | El asadito: Una apuesta entre amigos La amistad no sabe de enfrentamientos. A veces, la imagen pública de algunos personajes vinculados al fútbol es diametralmente opuesta a la verdadera. Se sabe que Oscar Alfredo Ruggeri es un personaje poco afecto al diálogo periodístico y hasta se lo supone excesivamente rígido. Se conoce que a Jorge Luis Burruchaga le cuesta mucho más enfrentar a los micrófonos que mantener a Arsenal en la divisional superior del fútbol argentino.
Ayer, más allá del vínculo casi familiar que existe entre Independiente y Arsenal, a pesar de la rivalidad en las tribunas (muchos aseguran que los de Arsenal son simpatizantes de Independiente y Racing desquiciados), se ofreció un verdadero duelo de amigos que se conocen al dedillo y que además, fueron compañeros en uno de los momentos culminantes de la historia del fútbol argentino.
Ruggeri y Burruchaga, campeones del mundo en 1986 con la selección de Bilardo, aparecieron en la cancha como dos entrenadores convencionales, casi indiferentes.
No obstante, en medio de la preparación de un partido trascendente para ambos, el miércoles se hablaron por teléfono y apostaron un asado.
Por eso, aquello de la imagen pública es generalmente una pose que es útil a los efectos de ejercer las buenas costumbres y evitar los malos entendidos de los peor pensados.
Es que el vínculo es imposible de disolver. Hace poco más de 17 años vivieron un instante único, irrepetible; alzaron la Copa del Mundo. El lazo quedó sellado desde entonces.
Anoche, en medio de las urgencias de Ruggeri por mantener al rojo en la pelea, o las penurias de Burru por armar un equipo competitivo, había un asado en juego. enviar nota por e-mail | | |