 | lunes, 22 de septiembre de 2003 | Los chicos vuelven a clases Una escuela arrasada por la inundación recibió donaciones de los cines Village Rosario y Fundación La Capital "Recibimos todo lo que necesitábamos, las computadoras, el televisor, los libros". Con estas palabras, Marta Salvatore, la directora de una de las escuelas que más resultó afectada por la inundación en Santa Fe, expresó su alegría al ver como poco a poco empiezan a ponerse de pie. Gracias a la campaña que los Cines Village y la Fundación La Capital organizaron y que destinó la recaudación total de las entradas de un domingo, se pudieron comprar dos computadoras completas, un televisor y una videocasetera, tres mil libros entre manuales, enciclopedias y literatura infantil, mapas, materiales didácticos y 200 guardapolvos.
Antes de que desbordara el Salado, la escuela "Nuestra Señora de Itatí", ubicada en el corazón del Barrio Centenario en la capital provincial, se enfrentaba diariamente con la falta de medios económicos. El dinero para los útiles y hasta la luz y el teléfono muchas veces salía del bolsillo del personal. Además estaban los problemas que cada chico de este humilde barrio no podía dejar al cruzar la puerta del colegio: pobreza, marginación, falta de atención y violencia familiar.
"Después de la inundación el esfuerzo de los maestros y profesores se redobló para lograr darle a los chicos una mínima contención", explicó Salvatore a La Capital y de esta forma trató de ejemplificar el empeño del personal por sobrellevar la catástrofe y agravó aún más la situación social de la mayoría de los alumnos.
Las clases todavía se dictan en un galpón. Paradójicamente, antes de que llegara el agua, no tenía frente ni accesos ni veredas y ahora los tiene. Además le construyeron un salón de actos, tal vez en un intento de borrar las cicatrices que la inoperancia y la naturaleza supieron marcar.
La mayoría de los chicos volvió a la escuela, "la matrícula se recuperó casi en un 95% pero también se sumaron chicos de otros barrios que no corrieron la misma suerte", aseguró Salvatore.
Con la ayuda de casi todos los sectores de la sociedad, la capital de la provincia invencible y sus alrededores parecen retomar el ritmo cotidiano. La gente vuelve a sus casas, las escuelas otra vez se llenan de chicos. El gran fantasma con cuerpo de agua parece quedarse atrás, casi atenuado por las de acciones solidarias. Las necesidades materiales mermaron con cada donación. Sin embargo, la bronca, los miedos, la incertidumbre, las pérdidas, no se aquietan con nada y sólo necesitan tiempo. Tiempo para pensar, para juntar fuerzas y sobre todo, para decidirse a empezar de nuevo.
Clarisa Ercolano enviar nota por e-mail | | Fotos |  | La directora y el sacerdote del barrio. | | |