 | lunes, 22 de septiembre de 2003 | Copa Davis: Gaudio lo arruinó todo Fernando Gabrich / La Capital Del éxtasis a la depresión. Sin términos medios. De la euforia a la tristeza. En un abrir y cerrar de ojos. Del coraje a la desesperanza. Todo en un mismo día. Argentina casi logra el milagro. Estuvo muy cerca, demasiado teniendo en cuenta cómo habían empezado las cosas el viernes. Pero la ilusión se esfumó rápidamente. A pesar del inmenso tenis que desplegó Agustín Calleri ante Juan Carlos Ferrero. A pesar de que el cordobés borró de la cancha al número uno del mundo e igualó la serie 2 a 2. A pesar de eso, Gastón Gaudio no pudo cumplir con su parte. Al igual que el viernes, el Gato mostró un juego demasiado frío y esta vez, Carlos Moyá, sacó provecho. España pasó a las finales de la Davis. Argentina que estaba tan lejos, terminó muy cerca, pero no alcanzó.
"Maradoo... Maradoo...". No era fútbol. Era tenis, pero el canto de los miles de argentinos que coparon Málaga tenía un destino: Agustín Calleri. El Gordo fue el gran protagonista del día. Humilló al número uno del mundo, Juan Carlos Ferrero, con un inolvidable 6/4, 7/5 y 6/1, y le dio a Gaudio la posibilidad de definir la serie. Pero el Gato siguió jugando en un nivel demasiado bajo para lo que exigía el compromiso y el sueño se esfumó.
Calleri, envalentonado anímicamente por el gran partido que había hecho el sábado en el dobles, salió con toda su artillería a vencer a Ferrero. Y empezó con una fortaleza increíble. Le quebró en el primer juego al español, y a pesar de que en el siguiente no pudo mantener su saque, mantuvo la paridad en el juego hasta romper en el séptimo y quedarse con el primer juego por 6/4. Con una derecha que sólo sacaba verdaderos bombazos y un primer servicio eficaz y potente, el Gordo sacó de quicio a Ferrero. Es cierto que tuvo un bajón en el segundo parcial cuando el español se puso 5/3 arriba y con el saque a su favor.
Pero ahí apareció lo mejor del argentino que rompió el servicio y se hizo imbatible para ganar por 7/5.
A esa altura del encuentro, Ferrero no sabía si estaba en Málaga o jugando el US Open. Calleri, por el contrario, sabía que el triunfo dependía de él. Y realizó un tercer set brillante. Se puso 4 a 0, el español sólo pudo mantener el servicio en el quinto, pero el Gordo ya estaba saboreando la victoria. Se aferró a su saque, y para cerrar su día mágico, volvió a quebrar el servicio y terminó la faena con un 6/1 inapelable. Después levantó el puño, miró a su padre que estaba en la tribuna y se entregó al delirio y la esperanza.
España estaba desmoralizada. Su gran jugador había perdido la posibilidad de meterlos en la final. Argentina había igualado una seria que parecía imposible. Y muchos aventuraban un festejo pintado de celeste y blanco. Pero Gaudio no pudo ponerle la frutilla al postre. Ni siquiera estuvo cerca.
Primero porque su nivel en Málaga fue muy bajo. Y segundo porque enfrente tuvo al mejor Carlos Moyá, que sacó a relucir el porqué fue número uno del mundo. Gaudio nunca pudo imponer su tenis de calidad. Moyá dominó el partido de principio a fin. Se puso 5 a 0 en el primer set casi sin transpirar. El Gato, enojado, molesto, sin fuerzas y con poco corazón, apenas pudo mantener su servicio en el sexto. Pero eso no le importó demasiado al español que cerró 6/1.
En el segundo set, Gaudio salió con un poco más de motivación. Pero le duró hasta el quinto juego donde Moyá le volvió a quebrar y se puso 4 a 2. Después, el español se limitó a mantener su saque y puso el segundo set 6/4.
Las cartas ya estabas tiradas a pesar de que faltaba jugar un set. El éxtasis argentino se había esfumado en el cálido cielo de la Costa del Sol. Gaudio ni siquiera podía contagiar entusiasmo. Y Moyá le tiró encima su experiencia para ganar por 6/2 y meter a su equipo en la final. Fue el tiempo de los festejos españoles. Y del reconocimiento para el equipo argentino.
Ahora llegará el tiempo de las reflexiones. De analizar si Argentina pudo llegar a la final. De preguntarse por las ausencias y las presencias. De elogiar la entrega y el compromiso. De criticar la falta de voluntad.
Argentina se quedó sin el sueño de jugar la gran final ante Australia. Estuvo tan lejos y tan cerca. enviar nota por e-mail | | Fotos |  | El festejo español con Moyá por el aire. | | |