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 lunes, 22 de septiembre de 2003

Dio un show nostálgico en el Astengo
César Pueyrredón, esa vieja costumbre de ir a lo seguro
Banana interpretó hits de los 70 y los 80 en una actuación ideal para sus fans que lo ovacionaron toda la noche

Pedro Squillaci / La Capital

La creación en un artista es casi como la razón de su existencia. En el caso de un músico, el motor de su trabajo es poder componer o interpretar material nuevo. Ese es el desafío básico de la carrera de cualquier artista, más allá del género. Tiene que ver con crecer, con arriesgar, con la búsqueda. Eso es arte. Otros, sin embargo, buscan defender la quintita propia. Tocar 60 mil veces los temas exitosos de alguna época pasada y seguir para adelante. Eso es ir a lo seguro, sin búsqueda, sin riesgo, sin crecimiento. Eso es Banana Pueyrredón.

Banana canta bien, deja la vida en el escenario, tiene decenas de temas que evocan la década de los 70 y los 80 con apenas tres acordes. Sus letras son las del pibe romántico de siempre, con el amor como único protagonista, sin mayor vuelo en lo poético que rimas del tipo "Facundo ha llegado al mundo" y "Toda una noche sin un reproche".

César Pueyrredón actuó con su banda el viernes pasado ante más de 700 personas en el Auditorio Fundación. El público que lo fue a ver quería escuchar los éxitos y no otra cosa. Por eso los tres temas nuevos (¿?) que tocó de su último disco "Souvenir del paraíso", editado en 1999, pasaron sin pena ni gloria. A la gente le interesaba mover los brazos en alto, de izquierda a derecha, con "Conociéndote", "No quiero ser más tu amigo", "Te quiero todavía", "Tarde o temprano" y "Toda una noche contigo", entre otros. Y esas canciones, de alguna manera convertidas en clásicos de la balada romántica, volvieron a sonar en la noche del viernes. De lo contrario, los fans de Banana jamás se lo hubiesen perdonado.

Banana y su grupo están muy sueltos arriba del escenario. Así lo mostró este expresivo cantante de 51 años y su banda, integrada por Jorge Rabito (bajo y coros), Alejandro Leonetti (guitarra y coros) y Rubén Calegaris (batería). Si hay algo para destacar es que nunca parecen aburrirse. Pese a repetir el mismo show de los últimos 15 años, lo hacen con energía, buena onda y sentimiento, aunque lo que sí resulta insoportable para el espectador es aludir tantas veces a Rosario, las mujeres rosarinas, y la gentileza con que los atendió la ciudad. Una obviedad para los tiempos que corren.

El show fue muy ochentoso no solo por los temas que se tocaron sino también por la estética de la puesta en escena, el excesivo humo artificial, la iluminación y hasta el sonido de la banda. Las baladas fueron demasiado fieles a las originales, y el supuesto aggiornamiento de los arreglos musicales que había prometido Banana días atrás en diálogo con este diario prácticamente ni existió.

Justo es reconocer que César "Banana" Pueyrredón es hoy uno de los pocos baladistas románticos argentinos. Y que goza de una aceptable convocatoria cada vez que hace shows, pese a que no es habitual que sus temas suenen en las radios. Pero la deuda en lo creativo sigue en pie. Y es tiempo de moverse.

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Banana revivió los clásicos en Rosario.

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