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 lunes, 22 de septiembre de 2003

Feliz día, profesores

El 11 y el 21 de septiembre son dos fechas altamente significativas para la educación argentina; sin embargo, nos estamos olvidando de algo, y es del Día del Profesor. Si ser maestro es una misión y un servicio que se entiende y se valora a la luz del misterio de los niños, así también ser profesor reviste una dignidad semejante en relación al mundo juvenil, lo que hoy llamamos específicamente Tercer Ciclo de EGB y el Polimodal. ¿Acaso no es justo y necesario brindar anualmente, también con particular relieve, un reconocimiento social a quienes para educar conviven a diario en las escuelas con los jóvenes? Hay razones para ello: los adolescentes, con sus problemas y sus ilusiones, con su entusiasmo y su apatía, en una palabra, con esas vivencias tan fuertes y a la vez desconcertantes, son los beneficiarios de un saber y de un amor encarnados en alguien que los ve con mejores ojos, el profesor. El 17 de septiembre de 1894, fallece en Asunción, siendo embajador argentino en el Paraguay, José Manuel Estrada. Su vida estuvo signada por una constante y ferviente pasión de educar a los jóvenes en el bien, en la verdad y en la belleza. Así lo hizo como profesor de filosofía y como rector del Colegio Nacional de Buenos Aires (1876), inaugurando en esa casa de estudios la cátedra de instrucción cívica en 1869. En 1875, fue decano de la recientemente fundada Facultad de Filosofía y Letras. Fue víctima de la discriminación religiosa por la coherencia con que vivió su fe católica y separado de todos sus cargos en 1882. Su magisterio adquirió mayor trascendencia por sus lecciones sobre historia argentina en la Escuela Normal de Profesores. Saludo a todos lo profesores quienes, cultivando con los jóvenes el buen trato humano y la exigencia académica, cumplen con su deber y por eso, merecen ser recompensados en el bolsillo y en el corazón.

Carlos A. Robledo



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