| domingo, 21 de septiembre de 2003 | Rosario desconocida: Utopías y logros frustrados José Mario Bonacci (*) Dos entregas anteriores y la presente hablan de deseos urbanos que enfrentaron a la utopía irrealizable. Mezquindades, egoísmos, rivalidades e ignorancias destructivas, fueron causales de frustraciones dolorosas perdiendo para siempre posibilidades de realizaciones factibles en años en que la ciudad y el país generaban medios que hicieran posible estos sueños anhelados.
Uno gestado en el Plan Regulador de 1935 por Della Paolera, Guido y Farengo, fijó estrategias de control al tránsito automotor. Junto a otras medidas, marcaron necesidad y oportunidad de contar con avenidas que naciendo en el borde ribereño crecieran hacia el interior urbano. Pensada sobre la traza de San Juan, la avenida este-oeste llegaría a la central de FF.CC. prevista en zona oeste. La otra o avenida norte-sur, nacería en el Bajo uniendo el centro con la zona sur.
Quedó archivada por 35 años para renacer como esperanzada realización con el decreto municipal Nº 39567, del 5 de febrero 1970, que ponía en marcha la concreción de aquella visión del Plan 1935, anticipándose a problemas ya dramáticos por entonces. Visualizaba así un trazado con un tramo completamente nuevo, combinado con vías existentes y adecuadas para la solución deseada.
De norte a sur La idea central preveía una arteria con ampliación de Cortada Sargento Cabral que tomando el corazón de las manzanas, corriera entre calles San Martín y Maipú hasta bulevar 27 de Febrero. El estudio del movimiento vehicular ya complicado en número, señalaba una ventaja en la existencia por entonces de manzanas con centros ocupados por bajas alturas, galpones con vida útil amortizada y sitios vacíos, facilitando las necesarias expropiaciones, más el no tener en su traza edificios en altura.
Su ancho promedio de 30 metros preveía dos niveles peatonales de recovas obligatorias de 3,50 metros de ancho, vinculadas en esquinas y medias cuadras, con destino a comercios u oficinas y pisos superiores con altura uniforme ocupados con viviendas.
Un rond-point en cruce de bulevar 27 de Febrero y la avenida derivaría hacia el sur por avenida San Martín ya con ancho adecuado, con el beneficio de esta unión hasta el mismo límite sur de la ciudad.
Realizado un relevamiento aero-fotográfico de la traza, se amojonaron Maipú y San Martín desde San Lorenzo a Pellegrini, fijando el eje de la futura avenida. Sin embargo, el cambio de titularidad en la Intendencia dispuso derogar el decreto en 1971 y el proyecto se esfumó. En Montevideo y San Martín, cordón sur-este, un solitario y olvidado mojón denuncia aún hoy esta frustración, ignorante de lo que hubiese significado la avenida norte-sur, más el subterráneo propuesto en 1956 según se vio en la entrega anterior.
Edificio del petróleo En 1970, como funcionario de Divisional YPF Rosario, fuimos responsables de gestar un nuevo edificio para su sede, sobre ochava nor-este de esa misma esquina. En fecha de puesta en marcha la avenida norte-sur, habíamos finalizado el proyecto completo, pre-cálculo estructural y pliegos de licitación.
Enterada la intendencia, nos convocó a reuniones por ser frontero a la avenida el citado terreno en su extremo este. Características de la obra, más coincidencia fortuita de ambos proyectos, fijaban un momento ideal para lanzar decididamente la avenida norte-sur, con YPF plantando el primer producto arquitectónico sobre su traza y se re-estudió la fachada este del nuevo edificio en relación con la avenida.
Concebimos una gran caja de tres niveles con 18 metros de ancho sobre San Martín y la avenida y 36 metros por Montevideo, pensada en hormigón, acero y cristal, con oficinas generales y de atención al público. Elevada sobre pilotes, de su plano inferior un entrepiso suspendido de acero y cristal, cubriría necesidades de ciertos sectores especiales.
Sobre la calle, una estación de servicio para autos a manera de plaza cubierta, liberaría la visión total hacia las arterias límites y desde éstas se accedería al gran hall central de ingreso y distribución en doble altura.
Una imaginería formal cromatizada marcando elementos técnico-mecánicos a la vista prestarían un mensaje visual inherente a la industria del petróleo. Fue publicado oportunamente por La Capital y el 19 de abril de 1972 por "La Nación" y nos enorgullece confesar en su gestación la influencia de Le Corbusier y Clorindo Testa. Corrió la misma suerte de la avenida.
Intereses espurios más corrupción porteña actuando en actos licitatorios, generaron cambios inconsultos y desacertados, finalizando en lo que hoy existe en el lugar y que nada tiene que ver con nuestra concepción, impulsándonos al alejamiento de la empresa luego de 22 años de servicio y defraudándonos en la legítima esperanza y orgullo de haber contado en nuestra producción con un ejemplar de este calibre apoyados por nuestros colegas Hugo Quijano y Abel Viggiano y el ingeniero Raúl Kaufmann en una experiencia profesional que también lo fue de vida y amistad.
Lo inaudito fue que el abrupto final sobrevino luego que el directorio de YPF definió al proyecto como el más moderno y representativo de la empresa en todo el país.
Las gráficas insertas no responden a colores reales del proyecto. Fueron realizadas como mensaje de una ilusión imposible, como un sueño, como lo que realmente fue, aunque hoy no tengamos ya la avenida, ni el edificio, ni el petróleo que lo impulsó a existir.
¿Podremos marchar alguna vez en pos de la utopía, venciéndola cuando sea necesario en bien del progreso, pero sin dejar de agradecerle el impulso vital de su condición central para ayudarnos a caminar? Quizás sea posible, a pesar de todo.
(*) Arquitecto
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