Editorial

Las visitas presidenciales

Néstor Kirchner volvió a visitar la ciudad por segunda vez desde que fue electo presidente de la Nación, una actitud diamentralmente opuesta a la de su antecesor, Fernando de la Rúa, quien en casi dos años de desdichada gestión de gobierno nunca llegó a Rosario. No se trata de venerar o magnificar la importancia de una visita sino la oportunidad que tienen los primeros mandatarios de acercarse a su pueblo en situaciones relevantes. La primera incursión de Kirchner por estos pagos fue el pasado 20 de junio, fecha emblemática para el país y mucho más para quienes habitan esta ciudad.

Hace cuarenta y ocho horas, Rosario y la región fueron protagonistas de un hecho de gran importancia, como lo es la adjudicación de la reconstrucción y mantenimiento de la avenida Circunvalación y los accesos a la ciudad. La obra, que demandará de las arcas fiscales unos 60 millones de pesos, traerá alivio a miles y miles de conductores que a diario deben poner en riesgo sus vidas por el calamitoso estado y creciente deterioro de esos caminos, que ya han cobrado cientos de vidas en accidentes.

También, los trabajos que comenzarán el mes próximo darán un significativo aporte a la demanda laboral en nuestra zona, cuyos índices de desempleo han revertido la tendencia de la última década y comienzan a retroceder. Durante un año, la inversión en estas obras públicas dará trabajo a gente de la ciudad y la región y en forma indirecta beneficiará a otros rubros de la construcción.

El presidente vino a firmar los contratos y poner así en un lugar de privilegio una necesidad largamente reclamada por todos los sectores, que se realza aún más después de la inauguración del puente Rosario-Victoria. La conexión física con la provincia de Entre Ríos y las obras viales que se encaran ahora coadyuvarán para el desarrollo de la región porque el transporte terrestre de cargas y el de pasajeros, entre otros beneficios económicos, tenderán con el tiempo a incrementarse.

En suma, no se trata de golpes de efecto ni de demagogia barata. La ciudad de Rosario ha visto con mucho agrado que cuando la ocasión lo merece la máxima autoridad del país dice presente.