| domingo, 21 de septiembre de 2003 | Personajes. Conmemoración de los 50 años del primer libro de Juan Rulfo Un homenaje a Latinoamérica Gabriel García Márquez dijo en México que la lectura de "El llano en llamas" le mostró, cuando era joven, el camino de las letras. Con análisis y homenajes, los mexicanos conmemoraron el jueves el 50 aniversario de la primera edición de "El llano en llamas", obra insignia del escritor mexicano Juan Rulfo. El literato, que nació en 1918 y falleció en 1986, y que sólo publicó como libros esta serie de cuentos y una novela, "Pedro Páramo", es considerado uno de los autores fundamentales de la literatura latinoamericana.
"El llano en llamas", que se terminó de imprimir el 18 de septiembre de 1953, incluye varios relatos cortos, entre ellos "Macario", "Nos han dado la tierra" y el cuento que da nombre al libro.
"Yo creo que, de los primeros 2.000 ejemplares, mi padre habrá comprado por lo menos la mitad", recordó su hijo Pablo, en declaraciones que publica el diario mexicano La Jornada. "Sí, los compraba de a poquito para regalárselos a sus amigos. La primera edición tardó más de cuatro años en agotarse", sostuvo.
Una lectura determinante Como parte de los homenajes, el escritor colombiano Gabriel García Márquez, Premio Nobel de Literatura 1982, habló sobre Rulfo y su obra en el programa radial del veterano periodista mexicano Jacobo Zabludovsky.
García Márquez afirmó que la lectura de la obra del mexicano Juan Rulfo fue determinante en sus inicios literarios para poder salir de un callejón sin salida y escribir sus propios libros.
En un texto de homenaje a Rulfo, Gabo indicó que "el descubrimiento de Juan Rulfo, como el de Franz Kafka, será sin duda un capítulo esencial" en sus memorias.
Según relató García Márquez, cuando llegó a vivir a México el 2 de julio de 1961, a los 32 años, nunca había oído hablar del escritor mexicano ni había leído ninguno de sus libros. Seis años antes, Gabo había publicado "La hojarasca", su primera novela, y tenía tres libros inéditos, "El coronel no tiene quien le escriba", "La mala hora" y la colección de cuentos "Los funerales de la Mamá Grande".
"Ni entonces ni nunca había escrito para ser famoso, sino para que mis amigos me quisieran más, y eso creía haberlo conseguido. Mi problema grande de novelista era que después de aquellos libros me sentía metido en un callejón sin salida y estaba buscando por todos lados una brecha para escapar", recordó.
Según el Premio Nobel de Literatura 1982, quería seguir escribiendo, pero no encontraba un modo "convincente y poético" de hacerlo hasta que su compatriota Alvaro Mutis lo confrontó con la obra de Rulfo. Mutis subió a grandes zancadas hasta el séptimo piso donde vivía García Márquez en la capital mexicana con un paquete de libros y separó el más pequeño y corto.
"Lea esa vaina, carajo" "Me dijo muerto de risa: Lea esa vaina, carajo, para que aprenda", señaló el colombiano. "Pedro Páramo" era el libro en cuestión. "Nunca, desde la noche tremenda en que leí «La metamorfosis» de Kafka, en una lúgubre pensión de estudiantes de Bogotá casi diez años atrás, había sufrido una conmoción semejante", sostuvo. Después leyó "El llano en llamas".
"El resto de aquel año no puede leer a ningún otro autor porque todos me parecían menores", señaló García Márquez, quien recordó que llegó al punto de poder recitar "Pedro Páramo" al derecho y al revés. "El escrutinio a fondo de la obra de Juan Rulfo me dio por fin el camino que buscaba para continuar mis libros", dijo. "He vuelto a releerlo completo para escribir estas breves nostalgias y he vuelto a ser la víctima inocente del mismo asombro de la primera vez".
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