| sábado, 20 de septiembre de 2003 | Loable y deplorable Parece ser que la extravagancia sigue siendo patrimonio de los famosos. Howard Hughes, Salvador Dalí y hasta el mismísimo Diógenes dejaron su marca indeleble como si fuera un legado. La Capital menciona en una de sus páginas interiores que en un escenario de París el público cortó la ropa de Yoko Ono (70 años) hasta dejarla semidesnuda en un inusual intento que contribuya a la paz del mundo...Loable propósito el de Yoko Ono, si fuera por una actitud inconsciente e impúdica, que no hará más que profundizar una incipiente y generalizada pérdida de valores. La guerra y la paz son dos temas demasiado apremiantes como para no situarlos en el centro del cerebro humano y que no sea, a través de la racionalidad y la sensatez, el único camino que conduzca a la valoración y el respeto a la vida. No creo que este constante estado de convulsión esté pendiente de un desnudo más o un desnudo menos. Millones de seres luchan por la paz en el mundo, silenciosamente, sin ostentación y de manera decorosa. No sería extraño que esta nueva expresión de insensatez oculte solapados intereses de redituables efectos promocionales. Gandhi, Luther King y la madre Teresa sacrificaron su vida por la paz, lo hicieron sin estridencias y con la devoción y el espíritu que se agita en el corazón de los grandes.
Mario Torrisi
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