| miércoles, 17 de septiembre de 2003 | Protección en Córdoba y Paraguay Como vecino de la céntrica esquina de Córdoba y Paraguay, el domingo pasado he sido nuevamente testigo involuntario de un accidente de tránsito a escasos metros de la puerta de mi domicilio. Cada vez que hechos totalmente evitables como éste se repiten en dicha intersección, en mi entorno se plantea inmediatamente el mismo tema: ¿quiénes deben enseñarnos, y consecuentemente cuidarnos, y cuándo comenzarán a guiarnos como se hace con el ganado? ¿Ante cuántas más miradas indolentes deben ocurrir accidentes como éste para que se habilite, como ocurre hasta en las ciudades más avanzadas del mundo, un cerco guía que nos obligue a cruzar adecuadamente? Si somos el fiel reflejo de la conducta imperante de nuestra dirigencia, y a nivel sociedad ello se traduce a fieles transgresores de la normativa vial, nuestros mejores exponentes transitan, indudablemente, día tras día la intersección de estas arterias en cuestión. Si a este escenario sumamos la precariedad material (a nivel vehicular) y la adolescencia intelectual en la que nos terminó de sumergir la crisis económica y de valores por la que atravesamos, queda abierta permanente y cotidianamente la ventana a la posibilidad del accidente de tránsito. Por favor, a quienes corresponda, arbitren de una vez las medidas que sean necesarias para que crucemos Córdoba y Paraguay, la puerta de ingreso a nuestra peatonal, correctamente. Ayúdennos y cuídennos, si para ello ante ciertas circunstancias deben guiarnos como al ganado, háganlo; el día de mañana seguramente se lo agradeceremos.
Leonardo Tomás Sbarra
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