| domingo, 14 de septiembre de 2003 | Fangoterapia Con el nombre de barro, arcilla o fango, nos referimos a un material natural, sano y terapéutico. Existen en diferentes tipos y toman las características de la región en la que se encuentran (con cenizas de volcán, con azufre, biológicos).
El ser humano recurrió desde siempre a tres elementos curativos cuya eficacia es reconocida en nuestros días: las plantas, el agua y la arcilla. Los médicos egipcios utilizaban el fango varios milenios antes de nuestra era para úlceras e inflamaciones. También usaban los barros cálidos del Nilo para tratar las deformaciones reumáticas. Por sus propiedades antisépticas eran empleadas por los embalsamadores en el proceso de momificación de los cuerpos. Los griegos, romanos, árabes y antiguos pueblos civilizados de Oriente tenían al barro para el tratamiento de diversas enfermedades. Posteriormente parece ser que cayó en el olvido, para volver a imponerse en la medicina actual. Tal es así, que en Alemania, Norteamérica, Suiza, Cuba, Australia y otros países, existen centros de salud dotados de todos los adelantos modernos en los cuales se aplican los tratamientos con barro.
Puede proceder de terrenos volcánicos, cercanos a manantiales de aguas minerales, profundos o de grutas, por mencionar algunos. Su acción curativa depende de las sustancias contenidas en la profundidad de la tierra. No obstante existen arcillas superficiales de buena calidad, siempre y cuando estén libres de agentes contaminantes, no debiéndose utilizar aquellas cercanas a lugares de cultivos con abonos químicos, pesticidas, gasoductos, fábricas y ciudades.
Si bien la composición química varía según la procedencia, todas son antiinflamatorias y cicatrizantes debido a la sílice y la alúmina, cuya proporción es siempre muy elevada.
La acción absorbente y antiséptica no depende de la "naturaleza bioquímica" de la arcilla, sino de la finura de sus partículas cuyo tamaño no debe superar 1 o 2 micrones (milésimas de milímetros.
Puede usarse por vía interna (inflamación, úlceras, gastritis, colitis, gases, infecciones intestinales, artrosis) o por vía externa (reumatismo, osteoporosis, ulceras varicosas, acné, forúnculos, psoriasis).
El barro es además desinfectante, siendo muy útil en heridas, contusiones, llagas y picaduras de avispa. Al aplicarlo sobre la piel, penetran en el cuerpo sustancias útiles y se eliminan toxinas, venenos y sustancias perturbadoras que pasan al barro.
Luis Angel Picotti
Promotor de salud integral
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