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 sábado, 13 de septiembre de 2003

Editorial
Crucial paso adelante

El acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, cuya confirmación formal es cuestión de mero trámite en la próxima reunión del organismo, ha cerrado un ciclo en la Argentina: el mismo que se había abierto con la recordada declaración del "default" en diciembre del 2001 y que quedará en la memoria colectiva como uno de los más aciagos de la historia nacional.

Es que se trató, nada menos, que de media población del país sumergida en la pobreza; de una virtual apropiación de los ahorros de gran número de ciudadanos que habían confiado en el sistema financiero; de la posterior inflación y consecuente deterioro profundo del poder adquisitivo de los salarios. Todo ello, además, en medio de una crisis política que deslegitimó a casi toda la dirigencia y puso a la institucionalidad al borde del abismo.

Pero los pronósticos más sombríos no dieron en el blanco. El país, lentamente, recuperó la serenidad política y también dio señales de progreso en el crucial terreno económico. Hoy día la Nación es gobernada, tras la transición duhaldista, por un presidente que fue elegido para ocupar ese cargo y la reactivación es ya desde hace tiempo un dato confirmado.

Sin embargo, falta ascender aún la mayor parte de la cuesta: las injusticias y la precariedad afloran a cada paso en la geografía de la patria. La firma del acuerdo con el FMI, que reinserta al país en el mundo, se concretó tras una negociación tensa y signada por una constante incertidumbre.

El final de la historia, por fortuna, fue feliz. Las condiciones pactadas llevaron a numerosos especialistas a afirmar que es la primera vez que se registra un hecho semejante en la historia del Fondo, es decir, la posibilidad brindada por el organismo financiero de que la economía de una nación se recupere antes de comenzar a saldar su deuda.

Pero se trata, apenas, de un mojón inicial, de un punto de partida. Lo más difícil está por hacerse. Los iniciales efectos beneficiosos de la fuerte devaluación han comenzado a diluirse y los progresos que se produzcan en el futuro dependerán en gran medida de la consolidación de la previsibilidad como requisito imprescindible para el anhelado retorno de las inversiones.

El paso adelante, por cierto, no merece discutirse ni relativizarse. Ojalá el porvenir confirme la positiva tendencia que vehiculiza este trascendental acuerdo.

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