| miércoles, 03 de septiembre de 2003 | Jugar con la muerte No hay duda de que la evolución tecnológica ha contribuido y contribuye en diversos aspectos a mejorar la vida de las personas. Pero como contrapartida aporta al sometimiento y a la manipulación. A la potenciación de los instintos destructivos y a la alienación. Un terrible suceso de estos días en nuestra ciudad así lo confirma. Es posible observar cómo en los últimos tiempos hacen furor entre los adolescentes y los niños siniestros juegos que aparecen en las pantallas de los ordenadores. Durante el día y sobre todo por la noche, salas atiborradas de personas menudas, equipadas de auriculares, seducidos y alucinados frente a las pantallas, persiguiendo presas humanas por laberintos y tejados. Fusil en mano, transformados en asesinos virtuales. ¿Acaso esta sociedad sea tan decadente que sólo puede ofrecer la muerte ajena o la propia como perspectiva? Podrá argumentarse que somos fatalistas. Nada de eso, estamos convencidos que se procura instalar una perspectiva egoísta y tanática. Que así como se educa informalmente, pero de modo sistemático, para la obediencia, el consumismo y la indiferencia por el dolor ajeno, es posible educar para la libertad, la solidaridad y la paz. Me rehúso a aceptar que los niños del futuro sean clones del Tío Sam, portando metrallas y cajitas felices. La guerra, como decía Camus, es el homicidio legalizado. Nos la han declarado y en todos frentes, luchemos contra esto.
Carlos A. Solero
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