| domingo, 31 de agosto de 2003 | No hay ninguna pista de los ladrones a dos semanas del hecho Desconcierto en la investigación del robo de 137 mil pesos de un cajero Los autores del espectacular golpe lograron vulnerar un sistema de máxima seguridad sin dejar huellas María Laura Cicerchia y Paola Irurtia / La Capital Los ladrones que se llevaron 137 mil pesos del cajero automático del Palacio Fuentes vulneraron sin el menor despliegue de violencia un sistema considerado de máxima seguridad por sus representantes y burlaron una máquina "inteligente" sin más recursos que el ingenio. La clave del fenomenal despojo parece ser la sagacidad con que sus autores tramaron el vaciamiento, al punto que a dos semanas del robo poco se ha avanzado para desentrañar la maniobra que les proporcionó una suma exorbitante cometiendo apenas un delito menor.
La destreza de los sujetos que descargaron sin causarle siquiera un raspón el cajero automático de la red Link de Sarmiento 720 desconcertó a los investigadores que fueron advertidos del robo el martes de la semana pasada. Hasta el momento hay apenas dos certezas: el ardid se concretó a las 0.10 del sábado 16 de agosto y la suma sustraída trepaba a 137 mil pesos.
En la mira Con la presunción de que el atraco sólo pudo ser concretado por quienes conocían el mecanismo de carga y descarga del aparato, dos empleados que habitualmente operan con la máquina fueron detenidos al descubrirse el faltante, pero fueron excarcelados en cuestión de horas y hasta hoy no fueron indagados por el juez Correccional Adolfo Claverie, quien intenta esclarecer el caso. Pese a la magnitud de lo robado, por ahora la artimaña no es más que un hurto calificado para la Justicia penal.
Los hombres primero demorados y ahora libres son dos operarios de Prosegur, la firma de transporte de caudales que provee de efectivo los cajeros automáticos para el Nuevo Banco de Santa Fe SA, la entidad propietaria del dinero que se esfumó hace quince días.
Las sospechas recayeron sobre ellos por la sencilla razón de que son los únicos que conocen las claves para operar internamente con el cajero. Cada uno de ellos maneja una contraseña sin la cual sería imposible acceder a las caseteras que guardan el dinero dispensado por el aparato. Sólo digitando esas contraseñas es posible despojar a la máquina de su capital sin necesidad de dañarla. "La otra forma sería que le metieran un pan de trotyl y la hicieran volar", graficó un vocero policial cuando se conoció el suceso.
Esa certidumbre obliga a examinar con lupa el mecanismo pautado para manipular un cajero automático. Desde el punto de vista técnico, el minucioso proceso convierte a los cajeros en máquinas prácticamente infalibles: "¿Cuántos robos de este tipo se conocen? No es fácil engañar al cajero automático porque es una máquina inteligente. El sistema es muy seguro, pero tiene fallas", evaluó una fuente de Prosegur que reveló en detalle el procedimiento previsto para llenar de billetes las máquinas expendedoras de dinero. La operatoria es la siguiente:
* El portavalores ingresa solo al recinto y marca una contraseña que le anuncia al Comando Radioeléctrico que está a punto de recargar el cajero. Luego digita una segunda clave para dar pie a su compañero y se retira de la cabina. Su acompañante presiona un nuevo código que lo habilita a retirar el dinero remanente. Los dos operarios luego reemplazan los cartuchos vacíos y finalmente repiten el proceso inicial: el primero marca sus contraseñas y el segundo vuelve a insertar su clave, lo que "avisa" al cajero que la operación está completa.
* Las disposiciones de seguridad de la firma transportadora impiden que cualquiera de ellos conozca la clave del restante. Es lo que se llama sistema de clave complementaria.
* Las contraseñas no son asignadas por Prosegur sino que las confeccionan y modifican a su gusto los propios empleados, como si se tratara de una caja fuerte domiciliaria.
* Una vez que el operador diseñó su contraseña debe asentarla por escrito en un formulario confidencial que queda en poder de la empresa, en un sobre precintado que sólo es abierto en caso de emergencia y bajo pautas prestablecidas de seguridad. Por ejemplo, si un cajero se queda sin dinero, su operador no está en servicio y el aparato debe ser recargado con un urgencia, el reemplazante está autorizado a abrir el precinto y memorizar la clave. Luego el portavalores original debe configurar un nuevo código.
* Los cargadores no tienen contacto directo con el dinero. Llevan los billetes agrupados según su denominación (de a 100, 50, 20 y 10 pesos) en los llamados "cartuchos", compartimentos cerrados de unos 50 centímetros de alto y del grosor aproximado de un billete. Sólo sabe cuál es la suma que transporta porque lleva una lista con el detalle de los valores que ingresará a cada cajero en su recorrido, información provista para saber con exactitud a cuánto asciende el botín en caso de que el camión de caudales sea asaltado. No necesita avisarle a la máquina cuánto dinero ingresó porque ésta lo advierte sola.
* Fuera de la máquina, los cartuchos siempre están precintados. Al extraerlos debe sellarlos aunque ignore si en ellos sobró dinero y transportarlos en una bolsa cerrada hasta el camión. Luego regresa al cajero con otra bolsa igualmente cerrada para realizar la reposición con cartuchos llenos.
* La posibilidad de que un cartucho sea vaciado en una instancia previa a la recarga fue desestimada por la fuente de Prosegur: según el informante, esos dispositivos se cargan en la planta en un proceso filmado de principio a fin: desde que se colocan los billetes hasta que llegan embolsados al camión.
* Si un cajero se queda sin dinero la red se entera, pero los cronogramas para recargarlos generalmente no se alteran. Es lo que pasó con el cajero del Palacio Fuentes. El dinero desapareció a primera hora del sábado. Pero recién el martes siguiente, después del fin de semana largo, se detectó la pérdida.
Flanco débil Quizás el flanco más vulnerable del sistema sea la ausencia de filmadoras en algunas unidades. No todos los cajeros las poseen y esto generalmente queda a consideración de los bancos, que son sus propietarios. Roberto Scarpetti, jefe de Seguridad del Nuevo Banco de Santa Fe, señaló que los únicos cajeros que están obligados a tener videocámaras son los que funcionan dentro de las entidades bancarias.
Los denominados "neutrales", que están en shoppings, estaciones de servicio o a la calle, pueden no contar con este sistema de seguridad que hubiera delatado a los saqueadores del cajero automático. enviar nota por e-mail | | Fotos | | Los ladrones burlaron una máquina con su ingenio. | | |