| domingo, 31 de agosto de 2003 | Sobre monstruos y criminales La figura del Loco de la Escopeta remite a personajes recurrentes de la ciencia y el saber popular, dice el criminólogo Máximo Sozzo Para el criminólogo Máximo Sozzo, la figura del Loco del Escopeta remite a una tradición en la historia criminal y a una forma de interpretación. "Es un tipo de personaje que ha circulado por la literatura científica y el saber popular y que ha sido una forma de focalizar las ansiedades colectivas al asumir el rol de la monstruosidad", dice.
"En buena parte de las imágenes que circularon en Francia durante el siglo XVIII, como por ejemplo la de (el asesino múltiple) Pierre Rivière, se observa así la construcción de una figura extrema, la del monstruo, que viene a ordenar el espacio simbólico de lo que es lo criminal", argumenta Sozzo, docente e investigador de la Universidad Nacional del Litoral.
De esa manera, "la historia de las imágenes del crimen en la modernidad se pueden leer como lo totalmente otro; aún las imágenes del delincuente común, el que delinque contra la propiedad, siempre tienen ese trasfondo monstruoso, cuya recurrencia sigue alentando la supuesta otredad del criminal".
Sozzo advierte que "esto no quiere decir que se trate de algo planeado sino del resultado complejo de una serie de hechos". En particular, "probablemente el Loco de la Escopeta exista; no niego el hecho material pero esta es una forma de dar cierto significado. La conversación sobre el crimen que se produce hoy en la vida cotidiana tiene como trasfondo a ese loco que concentra la atención pública, y eso produce un conjunto de efectos que generan sentidos sobre el crimen".
No es sólo una cuestión de historia. "El imaginario de lo monstruoso emerge periódicamente para jugar como trasfondo de lo criminal y tiene mucha fuerza en el lenguaje de la política. Discursos como el de Carlos Ruckauf en una campaña electoral, cuando planteó como forma de enfrentar el crimen el «meter bala» a los delincuentes, revelan ese trasfondo y la creencia de que el delincuente es un otro al que no se puede asimilar y al que, en consecuencia, hay que eliminar".
En este ámbito, un probable antecedente del Loco de la Escopeta fue un fantasma que recorrió durante años la zona de Mar del Plata: el Loco de la Ruta. Se trataba, decían las crónicas, de un asesino serial que elegía como víctimas a prostitutas. Los crímenes eran reales, pero los verdaderos responsables resultaron ser unos policías organizados al modo de una mafia para controlar el negocio de la prostitución en la costa atlántica.
"No tengo ningún indicio para afirmar que el Loco de la Escopeta no exista -dice Sozzo-. Pero su historia remite a la construcción mitológica de ciertos sujetos, que circula a través del cine y la novela y se produce y reproduce en el sentido común, en un movimiento en el que juegan el temor y la fascinación que despierta el crimen".
En ese marco, "la prensa juega como amplificación de versiones mitológicas: es un alentador de las ansiedades respecto a esa temática". El crimen de guante blanco no merece la misma atención. "Un poderoso acopiador de cereales que defrauda al fisco, por ejemplo, puede ser más perjudicial al interés público, pero es algo engorroso de explicar y además muy aburrido. Ese acopiador de cereales no genera ansiedad, ni miedo, ni necesidad de saber, como sí ocurre con el Loco de la Escopeta".
La persistencia del francotirador, la extraordinaria perduración de su enigma, ponen de relieve además una investigación poco exitosa. "Si se trata de la misma persona, que actúa en la misma ciudad y durante once años, lo mínimo que puede pensarse es que la capacidad de investigar delitos de la policía es bastante limitada. Más que que falta de pericia es un fracaso total", afirma Sozzo.
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