Un reclamo de seguridad que no fue escuchado

Decenas de vecinos se agolparon frente a la carnicería Coqui tras el violento asalto de ayer a la mañana. Muchos conocían a Armando Castro porque solían verlo sentado sobre unos cajones de cerveza en la puerta del local "dispuesto a darle una mano a todo el mundo".

"Esos valores que hoy no son tenidos en cuenta o están olvidados, Castro los tenía. Le hacía favores a todo el mundo", sostuvo un vecino muy cerca de la escena del crimen.

El hombre asesinado, quien ya había tramitado su jubilación y era considerado como una "excelente persona", además de un fanático de Rosario Central, se encargaba de vigilar y era "la mano derecha del dueño". Los robos en la zona y el manejo de fuertes sumas de dinero por día, hicieron que el dueño del local contratara además a un agente de policía como vigilancia adicional.

Para los habitantes del barrio lo de ayer fue una muerte anunciada. "Hace poco elevamos una nota con 200 firmas al jefe de policía para reforzar la vigilancia. Nos dieron bolilla, pero duró poco. Hace unos días los asaltos volvieron a estar a la orden del día", consideró una vecina. Según contaron ayer, los que proliferaron fueron los asaltos y arrebatos callejeros "que hacen la vida imposible a todos, especialmente en horas de la tarde".

"Después de las dos de la tarde no queda nadie en la calle. Los más perjudicados son los chicos que van a la escuela Islas Malvinas (Uriburu y España), sino les roban a ellos, les roban a las madres", comentó otra vecina indignada.

"Los taxistas y remiseros no entran de noche y la mayoría no hacen las denuncias por miedo. Estamos desprotegidos y los políticos no deberían hacerse los distraídos", concluyó otra mujer.