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 sábado, 30 de agosto de 2003

Tiroteo y muerte en barrio La Guardia
Asesinan a un custodio tras un asalto frustrado y roban un auto para fugar
Fue en una distribuidora de carnes. En el enfrentamiento participó un policía que hacía servicios adicionales

Un hombre de 64 años, que trabajaba como custodio de una distribuidora de carnes y almacén de barrio La Guardia, murió ayer baleado cuando cuatro asaltantes llegaron al lugar en busca de dinero y se toparon con un policía que a su vez cumplía tareas de vigilancia adicional en el mismo local. La infernal refriega comenzó en la parte trasera del inmueble y culminó en la calle donde los hampones abordaron un automóvil importado estacionado a pocos metros de allí y cubrieron la fuga con disparos a mansalva.

La víctima cayó herida de muerte en la puerta del local cuando, según consignaron fuentes policiales, empuñaba un revólver calibre 38 con el que supuestamente intentó enfrentar a los malvivientes. Poco después, agentes del Comando Radioeléctrico detuvieron a dos de los involucrados cuando circulaban en el automóvil con el cristal trasero destruido por los impactos, mientras que el resto del grupo alcanzó a escapar en otro coche que robaron en la calle.

El atraco que terminó en homicidio sucedió a las 8.05 en la distribuidora de carnes Coqui, ubicada en avenida Uriburu 1915, en la zona sur de la ciudad. El negocio está compuesto por un amplio salón, donde además de fiambres, pollos y carne vacuna, se ofrecen artículos de almacén. En el rubro cárnico, Coqui es abastecedor de varios locales del ramo. Allí ya estaban en sus puestos todos los empleados, incluido Armando Castro, un jubilado de 64 años, que pocos minutos después sería ejecutado con dos balazos.

Según contaron a La Capital vecinos que se agolparon frente al negocio tras el cruento episodio, Castro se ocupaba de controlar la mercadería que entraba y salía del negocio. "Era como la mano derecha de Coqui, el dueño", describieron.


A cara descubierta
Los ladrones llegaron al parecer en un Honda Civic color gris y en una moto tipo Scooter. Eran cuatro, y con los rostros descubiertos encararon a paso firme contra Martín, el cajero. El muchacho reaccionó a tiempo porque los vio llegar armados. Por eso corrió hacia el fondo del local y le avisó al policía que presta un servicio de vigilancia adicional. Voceros policiales consignaron que en ese momento se desató un fuerte tiroteo dentro del local, que habría hecho retroceder a los maleantes. Fue entonces cuando apareció en escena Castro, quien habría estado fuera del local cuando irrumpió el grupo de hampones.

Según lo establecido por la policía, Castro estaba armado con un revólver calibre 38 plateado o cromado. Algunos vecinos que lo conocían contaron que el jubilado cumplía la función de vigilador y que "estaba calzado porque en la zona hay robos a cada rato". La secuencia que concluyó con la muerte del jubilado no estaba del todo clara para la policía. De acuerdo a distintas fuentes policiales, Castro habría enfrentado a la banda y recibió el balazo fatal cuando forcejeó con uno de los delincuentes en la puerta de la carnicería.

Otra versión decía que Castro, a quien en el barrio llamaban cariñosamente El loco, habría disparado su arma para neutralizar a los ladrones. Lo cierto es que el asalto y la fuga terminaron en una lluvia de balas que conmocionó a la zona.

Una fuente policial estimó que se hicieron casi veinte disparos, a juzgar por las marcas y los casquillos que quedaron dispersos por el piso. La banda en fuga abordó un Honda Civic oscuro y salió raudamente por España hacia la zona sur. Los ladrones abrieron fuego a discreción para cubrir la retirada. La balacera de ida y vuelta hizo añicos el vidrio de la luneta del auto y varios impactos quedaron marcados en las paredes de las edificaciones linderas a la carnicería.

Algunos vecinos presenciaron la escena y quedaron estupefactos. "Iban cuatro personas en el auto, que arrancó con una puerta abierta. Uno de los tipos tenía bigote y llevaba una gorra como de policía", relató una mujer a una radio local. El grupo llegó hasta las inmediaciones de Melián y Gutiérrez donde según fuentes de la investigación abandonaron el Civic.

Allí, el grupo de dividió en dos parejas. Una aprovechó el descuido de un muchacho de 20 años para asaltarlo y robarle el coche, casi frente a la casa. Se trata de un Ford Escort color rojo que hasta ayer no había sido localizado. Según versiones extraoficiales, los fugitivos se hicieron pasar por policías que necesitaban el vehículo para perseguir a delincuentes.

Los otros dos miembros de la gavilla fueron descubiertos por agentes del Comando Radioeléctrico cuando caminaban por la misma zona. Tenían una pistola 9 milímetros con la numeración limada y algunas prendas de uso policial. Fueron identificados como Rubén Pío Castaño, de 43 años, y Alejandro Duré, de 39. La jueza de instrucción en turno Alejandra Rodenas, quien se presentó en el lugar del hecho, dijo ante los periodistas que de acuerdo a los datos aportados por testigos la bala que mató a la víctima no habría partido del arma policial.

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El auto con que llegaron los delincuentes.

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