 | lunes, 25 de agosto de 2003 | EMI lanzó la primera entrega de la antología "29 Jazz Masters" Los maestros del jazz regresan al disco a través del túnel del tiempo Monk, Davis, Montgomery, Gordon, Baker, Ellington y McFerrin, siete nombres para una ambiciosa colección José L. Cavazza / La Capital En el reducido mercado discográfico local del jazz las colecciones de compilados siguen siendo de buen nivel y, de paso, llenan el hueco jazzero de las bateas, donde, devaluación mediante, desaparecieron los nuevos discos de la centenaria música.
Hace algunos años hubo una muy buena colección de Blue Note que se vendían en los quioscos. BMG, en 2001, editó sus 20 discos "Planet Jazz" con grabaciones en RCA Victor de algunos bronces como Coleman Hawkins, Duke Ellington o Django Reinhardt. Tal vez lo más novedoso apareció el año pasado con una colección titulada "Jazz in Paris" (Gitanes/Universal), unas cajitas de cartón con muy buenas fotos y excelentes grabaciones parisinas en su mayoría de músicos norteamericanos, como el saxo tenor Lester Young, el pianista Thelonious Monk y el olvidado saxofonista Don Byas, entre tantos otros.
Ahora, el sello EMI puso en circulación la primera entrega, consagrada a siete figuras, del ambicioso "29 Jazz Masters". Los primeros discos son los de Thelonious Monk, Miles Davis, Dexter Gordon, Chet Baker, Wes Montgomery, Duke Ellington y Bobby McFerrin.
Las placas se venden a 12 pesos la unidad. El precio no va en desmedro de la calidad de sonido, pero los discos carecen de data importante, como el nombre de los integrantes del grupo que acompañan al protagonista en cada tema. Teniendo en cuenta que se trata de una antología, debe suponerse los constantes cambios de instrumentistas entre tema y tema.
En el caso de Chet Baker, se recoge una serie de obras con su cuarteto entre 1954 y 1955, que abre con "The trill is gone". El trompetista acababa de descubrir una forma de canto muy extraña, nocturnal, de entonación oscilante y expresión única. Los temas están sacados íntegramente de la colección de Blue Note. También de Ellington se recorre un arco de dos años, del 53 al 55. Lo interesante, es que además de aparecer con su orquesta, el Gran Duque toca en trío y además en piano solo ("Reflexions in D", un tema propio).
El álbum dedicado al saxofonista Dexter Gordon es el mejor de los siete. No existen hoy muchas posibilidades discográficas de hallar a Gordon tocando baladas. Un saxo tenor con mucho aire, áspero, casi ronco y una voz con una cadencia sólo comparable a la de Lester Young, el gran maestro de todos los tenores. El disco reúne baladas grabadas para Blue Note entre 1961 y 1965 con distintos cuartetos o quintetos. El saxo tenor de Gordon junto a la trompeta de Freddie Hubbard y el piano de Barry Harris en "I'm a fool to want you" (del disco "Clubhouse", 1965) en el inicio del registro seguramente provocará un maravilloso estremecimiento en el oyente. Pero a tomarlo con calma, porque sólo es el comienzo del LP.
El guitarrista Wes Montgomery está representado en muy buenas grabaciones de los años 57 y 58, época de discos como "Fingerpickin", "Kismet" y "Far Wes" cuando el músico estaba en Pacific Jazz Records. De Monk se han seleccionado sus primeras versiones de títulos como "Round Midnight", "Misterioso" y "Straight no chase", de fines de los 40. Otros temas como "Ruby my dear", "Epistrophy" y el bello swing de "Well you needn't" son composiciones que aparecen en el disco en formaciones sin vientos y que años después Monk grabaría junto a los saxos tenores John Coltrane y Coleman Hawkings. Por esto, en este disco se puede disfrutar mejor de ese fraseo entre dubitativo y entrecortado de Monk, repleto de silencios significativos y notas esparcidas con una aparente falta de lógica. Un buen registro para un pianista de excepción.
El álbum de Miles Davis recorre dos discos: "The Birth of the Blue" y del compilado de Blue Note "Ballads & Blues". Un buen contrapunto entre la mítica grabación que abriría nuevos caminos en el jazz tras la explosión del bebop y aquellas baladas bluseadas que también tentaron a Davis en los años 50, acompañado puntualmente en estos tres casos por figuras como el pianista Horace Silver y el baterista Art Blakey.
El disco del cantante Bobby McFerrin desentona en la onda cincuentista de la antología. De todos modos es un muy buena selección de los años 80 que arranca con el "Don't worry, be Happy" (sí, el mismo de la actual publicidad de una marca de pañales) que fue el mayor éxito de su carrera y sigue con un puñado de temas donde McFerrin vuelca todo un arsenal de posibilidades vocales. Profundas líneas del bajo, los altísimos cantos, las voces de acompañamiento, los timbres que imitan a instrumentos de vientos o de percusión, todo se convierte en el cuerpo de Bobby en orquesta. Sin dudas, un vocabulario distinto, complejo y riquísimo, para los cantantes.
En síntesis, siete discos con algunos de los maestros del jazz, con muy buen sonido y poca data en los book lets. Como reconociendo que incluye entre sus filas a Blue Note, el más prestigioso de los sellos de jazz, la multinacional EMI inició en Argentina un camino de reconciliación con los amantes del jazz. Ahora sólo quedar por esperar que aparezcan los 22 títulos restantes de la colección. enviar nota por e-mail | | Fotos |  | Dexter Gordon, uno de los músicos de la colección. | | |