| miércoles, 20 de agosto de 2003 | Aborto: un principio de prudencia Cuando se discute acerca de la licitud o no del aborto muchas veces no se tiene en cuenta en el debate un elemento que no debería menospreciarse. En la caza deportiva existe el principio elemental de prudencia según el cual, ante un bulto cuya naturaleza no logra identificarse, nunca se debe disparar. La razón es simple: aunque sea posible que se trate de una presa, puede darse (con más o menos probabilidad) que sea un animal que no debe ser cazado o (peor aún) un ser humano. Cuando está en juego la vida humana, el sentido común lleva a evitar toda acción que pueda llegar a lesionar ese derecho. En la cuestión del aborto existen muchísimos argumentos que, vistos desapasionadamente, hacen dudar al menos sobre la conveniencia de esta acción. Varias academias de medicina de distintos países (entre ellas, la nuestra) se han expedido en contra de esta práctica. Lo mismo piensan miles de especialistas, que van desde la genética a las humanidades. Tenemos también los testimonios de personas que han abortado y relatan los sufrimientos psíquicos que esto lleva consigo, y de tantas otras que, aun con graves dificultades, han dado a luz y se felicitan por haberlo hecho. Quizá ayude también saber que uno de los médicos precursores y promotores de la práctica y de la legalización del aborto en Estados Unidos (realizó, además de una intensa campaña, miles de abortos por su propia mano), se ha retractado y actualmente se dedica con todas sus fuerzas a luchar contra esto, entre otros modos difundiendo un video que muestra claramente cómo el bebé se defiende con sus manos y sus pies de las pinzas que le quitan la vida. Habrá que tener en cuenta, además, que una vez realizada la fecundación, el nuevo ser posee toda la información genética que lo acompañará a lo largo de su vida: la misma a las 10 horas de la concepción, que al nacer o a los 40 años. Lo que sigue es solamente agregar alimento y una cuestión de crecimiento físico-biológico, que se da tanto en el embarazo, como una vez nacido. Por otra parte, quienes sostienen la conveniencia y licitud del aborto, nunca podrán afirmar de modo fehaciente que allí no existe vida humana. Más bien sus argumentos deambulan por apelaciones a los "derechos" de la madre (a suprimir el hijo) y a las consecuencias negativas del parto y nacimiento (comprensibles a veces, nunca justificadoras). Todos ellos son problemas "sociales" y no "derechos fundamentales", como es la vida. Y no es difícil percibir la diferencia de entidad entre estos elementos. El tema de discusión es si lo que hay dentro del seno materno es una vida humana. ¿Podremos cometer la temeridad de disparar la bala sin saber a qué le disparamos, o con serias dudas al respecto? Más aún, ¿podemos disparar sabiendo que hay un ser humano, una vida naciente, en aras de la "libertad de cazar?".
Doctor Martín Chiani
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