 | domingo, 17 de agosto de 2003 | El tránsito en Rosario Pretender que el tránsito esté controlado en Rosario por haber llenado las calles de parquímetros, estacionamiento medido y grúas que llevan un auto cada cinco minutos al corralón por mal estacionamiento, es erróneo. Curiosamente el estacionamiento medido fue la licitación que más rápido se llevó a cabo, se puso en marcha y funciona a la perfección, mientras que el transporte público fue cayendo estrepitosamente, junto con las faraónicas promesas que quedaron en la nada. Era de esperar que esto sucediera, porque cuando se aplica el reglamento de tránsito sólo para obtener ingresos, se necesitan autos que estacionen y que estacionen mal, el transporte público se convierte en su peor enemigo. Si se le brinda a la ciudad un buen sistema de transporte es, entre otras cosas, para desalentar el uso del vehículo particular. La actual gestión tuvo el ojo puesto en el estacionamiento medido que fue carcomiendo todo el centro hasta llegar al corazón mismo en estos últimos meses, sin importar otra cosa más que recaudar, ignorando que transitar va más allá de estacionar y lo más triste son las muertes y los discapacitados que acarrea. Se han dado soluciones de forma y no de fondo: "Los cuidapapis", "Rosario vive". Y entreteniéndonos con dichos artilugios, no nos dimos cuenta de que en Rosario prácticamente ha desaparecido el baluarte más importante que tiene el tránsito. Los inspectores de tránsito han sido reducidos a la mínima expresión y reemplazados por empleados que leen los tickets del parquímetro, pero que carecen de autoridad. La sola presencia de los inspectores patrullando las calles induce a que se cumpla voluntariamente el reglamento de tránsito. Tienen una doble función educadora y penalizadora, cuyo propósito es la protección de la vida; más importante que las multas es evitar accidentes y mantener el orden.
Arquitecta Alicia Guariglia
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