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 sábado, 02 de agosto de 2003

La fascinación del teatro local por un mundo más allá de lo masculino
Las mujeres no quieren ser vistas como el sexo débil sobre las tablas
Actrices y actores rosarinos explican por qué la escena está poblada con la locura, la pasión y la risa femeninas

Rodolfo Bella / La Capital

¿Locas o santas? ¿Sometidas o verdugas? ¿Jaqueadas por la sociedad patriarcal o arrulladas por un modelo de "mujer eficaz" impuesto -paradójicamente- por la necesidad masculina? ¿Víctimas de los "dispositivos de dominación" o usuarias discrecionales de las "estrategias de seducción"? A pesar de las conquistas históricas, la condición y el lugar femenino es un tema sin cerrar y la cantidad de espectáculos teatrales que abordan el tema indica que las mujeres tienen todavía mucho por decir. Actrices y también actores que hablan de ellas o interpretan a mujeres contaron a La Capital las razones que los llevaron a cederle la palabra y responder al reiterado interés de los teatreros rosarinos por poner esas cuestiones en escena.

Horacio Sansivero, creador de Mariquena del Prado, eligió interpretar a un personaje que resumiera muchos de los tics de una mujer que conserva parte de la masculinidad del actor. Para Sansivero -que hoy regresa al escenario del Broadway en "Desbordadas", junto a Marcelo Ponzio y Leo Roncó- la tendencia es encarar el tema con humor, al tiempo que opinó que lo interesante son los "matices de la feminidad".

La sátira es el estilo de Sansivero: "Mariquena es una superestrella de cuarta. Es una sátira de las divas, de las actrices, de los mismos transformistas, una mirada con humor y acidez de los rasgos femeninos y también masculinos porque Mariquena se permite hablar y reaccionar como un hombre".

Para Silvina Santandrea, protagonista de "Mujeres al borde del escenario", en La Traición de Rita Hayworth, comenzar a trabajar con humor sobre las mujeres fue una forma de dejar asomar la problemática, y el humor fue el vehículo adecuado y aceptado.

Su espectáculo tiene más público femenino que masculino, algo que se reitera en gran medida en el resto de los shows. Sin embargo Santandrea no dramatiza. Prefiere no hablar de confrontaciones: "Lo feminista muchas veces se confunde con lo machista, o se pelea por lugares que tal vez no se necesitan. Así aparecen los estereotipos y los extremos de los que hablo en el espectáculo".

La actriz dijo que sus personajes no son pura ficción, sino emergentes de la realidad: "Hoy la mujer tiene una superposición de funciones, pero también creo que nos fuimos de mambo por tomar lugares. Así aparece la loca sacada, o la sumisa que sólo habla por boca de su marido. Ella también habla de una mujer en crisis aunque su ámbito de trabajo sea en el hogar, porque tiene un nivel de estrés similar a la que tiene que procurarse su dinero".

De Almodóvar hacia adelante, la crisis dejó de ser patrimonio de las treintañeras. En "Mujeres al borde de un ataque de nervios", el director mostraba que la soledad puede desequilibrar a cualquiera, sobre todo si se tiene más de 50.

Juana Novelli intentó filtrar eso a través del humor en su espectáculo "Mujeres solas que sólo buscan". Más específicamente lo que buscan sus personajes es un hombre. Según la actriz, la mujer tiene algunas ventajas sobre los hombres a la hora de reconocer una situación desfavorable y eso la transforma en un buen material dramatúrgico.

Como un efecto adverso de la dominación masculina, la tradicional rigidez de la educación de los varones los lleva a enfrentar la soledad de una manera distinta a las mujeres.

Eso justificaría la mayoritaria presencia de público femenino en los espectáculos, con la que coinciden los artistas. Para Novelli, las mujeres son más "permeables y tienen el sentido del humor necesario para reírse de ellas mismas sin sentir herida su dignidad".

Las mujeres aseguran que el erotismo femenino suele requerir rituales distintos a la ortodoxia sexual de los hombres. En general, goce y genitalidad son categorías distintas en el imaginario de ambos géneros, pero complementarias para las mujeres. Por esa razón Novelli aclaró que lo que buscan sus personajes es "compañía bien entendida", para los cuales la "ilusión" y el "romance" no son palabras jurásicas.

Paradojas de la "ilusión" que menciona Novelli, o insatisfechas estructurales, lo cierto es que la pareja y la convivencia suelen acabar con el romance. Así se plantea en "Yo amo a Shirley Valentine" que Mónica Toquero ofrece en La Nave, una pieza que revela la carácter intrínsecamente inestable de las deseadas relaciones estables.

Toquero aclaró que su espectáculo no es una reivindicación ni un tratado sobre la supuesta "histeria femenina". La actriz contó que lo interesante del trabajo resulta de comprobar que el planteo -la rutina de la pareja, los hijos, las frustraciones- no son un patrimonio exclusivo del universo femenino. Por el contrario, Toquero rescató que aunque tiene más público femenino, vio "más lágrimas en hombres que en mujeres".

Guillermo Blasco se da el gusto de ser políticamente incorrecto y asegura que "Sin pudores concebida", que ofrece en el bar Pisciano, "tiene tinte machista". El actor habla de las "locas que perdieron la cabeza, por amor, vocación o el poder", a través de Juana de Arco, María Antonieta, Elena de Troya o una maestra argentina. Sin embargo, hacia el final hay una mujer que las reivindica a todas: "Hablar de la mujer es un tema atractivo y espinoso, pero rescato que las que perdieron la cabeza son también las que se animaron a vulnerar las reglas, y en algunos casos lo pagaron con la vida".

Más allá de las distintas opiniones, parece que existe un consenso: el universo femenino seguirá dando tela para cortar por mucho tiempo.

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Juana Novelli: "las mujeres tienen humor".

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