Amalgamas políticas

"El enemigo de mi enemigo es mi amigo" es una vieja fórmula que aún se usa para hacer amalgamas políticas. Una de las mayores dificultades para consolidarlas parece estar en la distribución de los distintos componentes en las boletas de candidatos. Pero la historia demuestra que tener un enemigo común no es buena base para una verdadera amistad. Combatir y destronar al menemismo fue uno de los objetivos fundacionales de la Alianza que en 1999 llevó a Fernando de la Rúa a la Presidencia de la Nación. Un fiasco completo: del sueño del gran cambio político-institucional pasamos muy pronto a una pesadilla en la que se fueron esfumando todas las promesas preelectorales. Debemos, pues, estar atentos sobre los frentes -o como se los quiera llamar-improvisados para conquistar el poder. Porque pueden no tener en cuenta el bien público sino intereses particulares y oportunistas. En estas sociedades electorales se congregan fuerzas políticas pertenecientes a partidos de disímiles ideologías -algunos otrora irreconciliables- por lo que difícilmente se pueda lograr una acción de gobierno armónica y eficaz. Si tanto les cuesta ponerse de acuerdo antes de los comicios podemos suponer que después no tardarán en desencadenarse discrepancias y choques entre los "socios". El interés es adhesivo poco confiable. Sólo los verdaderos sentimientos unen con firmeza.

Carlos Alberto Parachú