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 miércoles, 30 de julio de 2003

Coparon una casa en un barrio porteño y se entregaron ante un camarógrafo
Diez rehenes y dos horas de tensión
Dos delincuentes dominaron a una familia donde había cuatro nenes. Pero fueron cercados y optaron por rendirse

Buenos Aires.- Durante más de dos horas, una familia compuesta por diez personas fue presa del terror al quedar cautiva de un par de delincuentes, que copó su vivienda y la mantuvo como rehén luego de cometer un robo en una casa cercana. Tras una intensa negociación con la policía, los dos intrusos acabaron por rendirse. Entre los rehenes, liberados en perfecto estado de salud, había cuatro nenes menores de seis años.

Los delincuentes depusieron su actitud antes de la medianoche frente a una cámara de televisión como garantía y liberaron sin un rasguño a todas las personas que mantenían bajo su dominio en la vivienda del barrio porteño de Palermo, tras asegurarse de que "iban a ser bien tratados", según explicó el jefe del operativo antisecuestro de la Policía Federal, comisario Carlos Sidrás.

"Nos trataron muy bien, aunque estaban nerviosos. Mi papá es una persona mayor pero está bien. Uno de ellos tenía un revólver sin cargador. En ningún momento hubo violencia", dijo un integrante de la familia tomada como rehén.

El presidente Néstor Kirchner siguió minuto a minuto el desarrollo de los hechos junto al ministro de Justicia Gustavo Beliz.

Todo arrancó pasadas las 20 cuando dos delincuentes armados intentaron robar una casa ubicada en Cabrera al 5400 de Palermo. Allí, los ladrones ingresaron porque -según la policía- tenían información de que días atrás un hombre que vive en esa vivienda había vendido una camioneta muy costosa.

Pero una joven logró evadirse de los delincuentes, alcanzó a refugiarse en lo de una vecina y llamó inmediatamente a la policía. Dos patrulleros que se encontraban en la zona y fueron alertados por el Comando Radioeléctrico se dirigieron hacia el lugar con las sirenas encendidas, lo que provocó la huida de los delincuentes por los techos de esa vivienda.

Tras ese episodio, los ladrones escaparon por las azoteas y saltaron hasta una casa de dos plantas que se encuentra en Humboldt 1471, en la misma manzana. En ese lugar se encontraban reunidos los miembros de la familia de apellido Cao, la cual también posee un taller mecánico en la planta baja.

Según la policía, en la casa estaban los hermanos Cao junto a sus padres, sus esposas y sus cuatro hijos.

En ese instante fueron sorprendidos por los dos delincuentes que venían escapando de la policía, quienes los amenazaron con armas y los obligaron a dirigirse hacia una de las habitaciones.

"Los ladrones separaron a los niños con sus madres y los llevaron a una habitación para que no vean el espectáculo", dijo uno de los integrantes de la familia Cao al finalizar la odisea.

En pocos minutos, decenas de patrulleros comenzaron a rodear la zona, mientras varios jefes policiales y hasta los funcionarios más importantes en el tema de seguridad se hicieron presentes en el lugar. Un negociador de la policía de nombre Pablo comenzó a entablar contacto con los secuestradores, quienes de inmediato exigieron la presencia de la jueza de instrucción porteña María Cristina Bértola.

En el transcurso del secuestro, la policía cortó el suministro de energía eléctrica y la conexión de la televisión por cable en toda la zona, con la intención de evitar que los secuestradores pudieran ver las imágenes de lo que sucedía afuera con la policía.

Más de dos horas después de iniciada la toma de rehenes, los secuestradores exigieron la presencia de la cámara del canal de televisión Crónica TV, para que registrase el momento de la liberación de los rehenes y de su entrega.

El momento de mayor tensión se vivió cerca de las 22.50 cuando el camarógrafo de ese canal de cable, Gabriel Lugones, y su ayudante, Hernán Pereyra, eran instruidos por los policías para no resultar heridos y se escuchó por un handy policial: "No hay más tiempo...están bajando".

Así, los delincuentes que salían en directo por televisión liberaron a cuatro chicos de entre tres y seis años, a dos mujeres y a los abuelos.

Minutos después salieron con las manos en alto y se entregaron a la policía. En tanto, los dos hermanos Cao permanecieron dentro de la casa hasta que ingresó la policía y los liberó. (Télam-DyN)

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Los ladrones no lastimaron a los rehenes.

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