| miércoles, 30 de julio de 2003 | La fantástica sensación de ver de cerca a Manu El escolta de San Antonio cautivó al público rosarino Oscar Lehrer / La Capital Rosario no le dio la espalda a la selección de básquet. Se vivió una noche fantástica, irrepetible, como hacía mucho tiempo no ocurría en la ciudad. Las tribunas del estadio cubierto de Newell's presentaron un marco impresionante. Sin dudas que el causante de tal conmoción fue Emanuel Ginóbili. Acaparó todas las miradas, los aplausos, los gritos de aliento. Los demás también tuvieron lo suyo. Pero el primer basquetbolista del país campeón de la NBA con San Antonio Spurs generó un magnetismo sin igual.
Es cierto que la selección argentina se merecía este reconocimiento de los rosarinos. Los últimos subcampeones mundiales en Indianápolis llegaron a a la ciudad con el interrogante de si el particular público de la ciudad diría presente. Y esta vez no falló. Ni siquiera le importó demasiado que la victoria contra España B no tuviera matices interesantes, pese a que ese fue el motivo por el cual los espectadores, en ocasiones, siguieran en silencio las alternativas del encuentro. Tan cierto como que los gritos se hacían oír al contacto de Ginóbili con el balón.
Camisetas de San Antonio Spurs con el número 20 delataban quién era el eje que los había movilizado hasta el estadio rojinegro. Ginóbili tuvo un comportamiento aceptable, sin descollar. A pocos le importó. Estaban presenciando, y vaya a saber si lo podrán hacer otra vez, al hombre que revolucionó el básquet argentino. El resto estaba de más. Y eso que lo rodeaban varios jugadores que deslumbran en Europa. Pero es tal su figura, es tan trascendente su carrera, que opacó al resto.
De todos modos, en el orden de reconocimientos, el rosarino Diego Lo Grippo también tuvo su cuota de simpatía, lo mismo que el galvense Andrés Nocioni y Alejandro Montecchia.
Al final llegaron los aplausos. Y la actitud elogiable del público que no invadió el campo de juego. Así los jugadores recibieron las copas que se pusieron en juego sin los clásicos "invasores" que caracterizan al básquet.
El triunfo, el juego deslucido, las rotaciones permanentes del entrenador Rubén Magnano fueron anecdóticas. En Newell's se vivió una de esas jornadas que jamás se olvidarán. Que servirán para alardear dentro varios años, en una rueda de amigos, que una noche fue testigo del paso de Ginóbili por Rosario. enviar nota por e-mail | | Fotos | | Ginóbili se robó todos los aplausos de la noche. | | |