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 domingo, 20 de julio de 2003

Un disparo no intencional causado al manipular un arma
La extraña muerte de un policía se archivó como un accidente
La familia sospecha que lo había matado un oficial por un incidente sentimental. Pero ningún indicio lo sustentó

La muerte de Diego Scremín, un joven policía que falleció de un disparo en la cabeza el 1º de diciembre de 2001 en una casa de pasillo de la zona sur, fue resultado de un accidente mientras el muchacho manipulaba un arma con la que amenazaba quitarse la vida en medio de una discusión de pareja. Esa es la conclusión a la que arribó el juez que investigó el caso, quien resolvió cerrar la causa al no advertir la existencia de un delito pese a que los familiares del policía sospechaban que el muchacho podría haber sido asesinado por un comisario.

La muerte de Scremín, quien se desempeñaba como agente del Comando Radioeléctrico, ocurrió en una vivienda de Los Andes al 5700 donde vivía su novia. De acuerdo con el testimonio de la chica, Diego llegó aquella noche de trabajar, se quitó el uniforme y tras una pregunta "de rutina" se encolerizó y comenzaron a discutir. Mientras subía una estrecha escalera que lleva al primer piso, donde están los dormitorios, el agente amenazó varias veces con efectuarse un disparo. Primero, según esa versión, apoyó su pistola Bersa 9 milímetros en la boca y gatilló, sin que saliera el disparo. Luego hizo lo mismo al colocar el arma sobre su pecho. Finalmente apoyó el caño de la pistola en su cabeza, pero esa vez el arma sí se accionó. La bala le destrozó el cráneo.

Para el juez de Instrucción Alfredo Ivaldi Artacho, todos los elementos recolectados durante la investigación confirman el testimonio de la chica, quien entonces evaluó que su novio no intentó suicidarse sino que pudo tratarse de un exceso de confianza en el uso del arma o de un desperfecto de funcionamiento, tal como reproduce la resolución judicial.

El magistrado entendió que el muchacho no pretendía quitarse la vida pero que durante "el curso de maniobras riesgosas en el empleo y accionamiento de la pistola" un disparo ingresó por la región temporal derecha de la cabeza y salió por la izquierda causándole la muerte en el acto. Para llegar a ese resultado evaluó dos autopsias, una pericia balística y las conclusiones criminalísticas. Y al considerar que no existió delito desvinculó definitivamente del caso a la novia del muchacho, que inicialmente había sido demorada.

La medida implica el cierre de la causa. Para Ivaldi está claro que se trató de un hecho accidental y por eso decidió no practicar la reconstrucción del hecho ni citar a los ocho jefes policiales que acudieron al lugar, como lo pedía la madre de Scremín. El juez considera que, al no haber delito, esas medidas serían inútiles.

Ese enfoque contradice la versión de la madre de Scremín, Graciela Alemany, quien sostiene que su hijo fue asesinado a partir de los testimonios que escuchó de ex compañeros de trabajo de su hijo. Estos, según la mujer, aseguran que el agente fue ultimado por un comisario que mantenía una relación sentimental con la novia del joven. Pero esos dichos no fueron volcados al expediente porque los testigos no se atreven a declarar.

La mujer recopiló varios indicios que la llevan a pensar que existió un crimen. Asegura que los vecinos escucharon dos disparos, que en las fotos del cadáver se aprecia "una herida de bala en la pierna derecha" y que en el arma no quedaron rastros de sangre. Según la pericia balística practicada a la pistola (que no era la reglamentaria sino una que el agente había comprado recientemente), el arma tenía una falla por la que en lugar de escupir las vainas servidas las mantenía dentro del cargador.

"El arma no podía fallar porque era nueva. Yo sigo escuchando versiones de que a mi hijo lo mataron, pero nunca quisieron tomarme una declaración", cuestionó la mujer, que ahora incorporará un escrito detallando cada uno de los testimonios e indicios que alientan la hipótesis de un asesinato.

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Diego Scremín junto a su mamá, Graciela Alemany.

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