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 domingo, 20 de julio de 2003

El arsenal que amenaza con provocar estragos

Alberto Galeano

Las armas de destrucción masiva atribuidas a Saddam, que sirvieron de excusa para que EEUU y el Reino Unido se unieran para derrocar al presidente iraquí, amenazan con provocar estragos en los gobiernos del presidente George W. Bush y del primer ministro Tony Blair. Bush, quien tuvo que desmentir que era falsa la acusación de que Irak trató de adquirir uranio en Níger para fabricar bombas atómicas -tal como había señalado en su mensaje del Estado de la Unión, el 28 de enero pasado-, se ve envuelto en una polémica con la Agencia Central de Inteligencia.

La CIA, a través de su hermético director, George Tenet, sostiene que un funcionario de la Casa Blanca insistió en que aquel discurso de Bush incluyera ese párrafo, a pesar de que era falso. Además de esta creciente polémica, que ha robustecido la baja moral del opositor Partido Demócrata, el mandatario estadounidense debe soportar que cada día muera un soldado estadounidenses en territorio iraquí, desde que él mismo declaró el fin de las hostilidades, el 1º de mayo.

El gobierno estadounidense confirmó esta semana que existe una fuerte resistencia con tácticas de guerrilla, y que el costo de la guerra alcanza a más de 4.000 millones de dólares por mes, más del doble de lo provisto inicialmente. Con estos gastos, y un leve descenso de su popularidad, cercana al 60%, según la cadena de noticias CNN, Bush recibió a Blair, quien advirtió que "si hubiésemos vacilado frente a esta amenaza y no hubiésemos actuado, eso sí que es algo que la historia no perdonaría".

Horas después de este discurso, el rostro de Blair se ensombreció al conocer la noticia de la muerte del experto en desarme David Kelly, sospechado por el gobierno británico de filtrar información sobre Irak a la prestigiosa cadena estatal BBC. El premier sufrió una lluvia de críticas, en momentos que realiza una gira por seis países de Asia. Igual que Bush, Blair también recibe críticas de los padres que perdieron a sus hijos en Irak.

Pero a pesar de las situaciones difíciles que afrontan, Blair y Bush -vestidos con camisas y corbatas que recuerdan los colores de las banderas de sus respectivos países- se saludan y se miran con afecto, cada vez que se encuentran en un foro internacional. (Télam)

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