| domingo, 20 de julio de 2003 | Se infectó de sida porque su novio le ocultó la enfermedad "Lo denuncié porque no podía permitir que siga contagiando" En un fallo inédito, su ex pareja fue condenada a tres años de prisión en suspenso. Un testimonio sin rencor Jorge Salum / La Capital Recuerda el diálogo como si hubiese sido ayer:
-¿No te da miedo que te contagie alguna enfermedad?- cuenta que preguntó.
Estaban a punto de mantener su primer contacto sexual y a ella le pareció extraño que su compañero no quisiera usar preservativos. "Creo que en ese momento intuí algo, pero no fue lo suficientemente fuerte como para insistir que nos cuidáramos", recuerda ahora, tres años y medio después, con una entereza que asombra.
La respuesta a aquel interrogante da vueltas en su cabeza una y otra vez desde el día que supo que el virus del HIV había entrado en su cuerpo:
-Quedáte tranquila, con vos no necesito cuidarme- le dijo él y no la protegió, ni aquel día ni todas las veces que volvieron a tener relaciones hasta que el vínculo se rompió, 14 meses después.
Por momentos es difícil creer que esa chica que está sentada frente a este cronista convive con el virus corriendo por sus venas. No hay en ella nada que no transmita buenas ondas y ganas de vivir. Ni siquiera ahora que sabe que a su ex novio lo condenaron en primera instancia a tres años de prisión en suspenso por haberle ocultado que padece sida y por haberle transmitido el virus ha cambiado. El veredicto del juez Ernesto Genesio, que este diario publicó en exclusiva el domingo pasado, sólo hizo que se cumpliera un sueño. "Quería que alguien le pusiera un freno y creo que la Justicia lo hizo", confiesa.
Hay una sola cosa que le preocupa todo el tiempo: no quiere que la discriminen. "¿A quién le gustaría?". Por eso acepta la entrevista con la condición de que en el texto no se deslice ni una sola pista para que alguien la identifique. "Sería terrible porque no sé qué haría mucha gente que conozco".
Tiene 25 años y una nena de dos años que nació de aquella relación con la que contrajo el virus. La nena está sana y para ella eso es tan importante como la carrera que está a punto de terminar y que la llena de entusiasmo. "No te voy a decir de qué me estoy por recibir, pero eso me hace feliz", se ataja.
Accede a hablar porque aspira a que su caso ayude a muchos hombres y mujeres a tomar conciencia del riesgo que corren al no mantener relaciones sexuales seguras. Y anhela, también, que el ejemplo de un comportamiento irresponsable que acabó con un fallo condenatorio obligue a reflexionar a potenciales imitadores de la actitud que tuvo su ex novio.
"Al principio pensé que moriría y me tiré a la cama a llorar, pero después me repuse y creo que tiene que ver con mis ganas de vivir", confiesa.
Cuando se enteró que tenía el HIV, en los controles del embarazo, lo primero que hizo fue ir a increpar a su compañero. "Sabía que él me había contagiado porque no tenía otra relación y en mis parejas anteriores, que fueron muy pocas, siempre me había protegido". No imaginó que la respuesta sería tan insensible como la actitud de ocultarle la enfermedad y exponerla al contagio, y todavía recuerda la cara que puso él cuando fue a reprocharle su actitud.
-No sé de qué hablás, me estás cargando- fue lo que le dijo su novio.
Ese mismo día decidió denunciarlo ante la Justicia. Después se contactó con la Fundación Voluntarios por el Sida, donde tiempo antes había tomado un curso de capacitación sobre enfermedades de transmisión sexual y sida. Quería hacer algo para que no hubiese más víctimas como ella.
"El había sido muy promiscuo. Sé que tuvo relaciones con muchas personas antes que yo, y pensar en que quizás algunas también pudieron haberse contagiado me pareció aterrador", cuenta ahora en un cálido salón de Voluntarios por el Sida y acompañada por su presidente, Marcelo González. La misma sensación sintió respecto a contactos que pudiera mantener su ex en el futuro. "No podía permitir que siguiera contagiando, como lo hizo conmigo, ocultándome irresponsablemente su enfermedad", explica.
Otra ex novia de él la ayudó en su afán de ponerle fin a tanta locura: le contó al juez que a ella tampoco le reveló que tiene sida y que por eso mismo nunca se protegió. Esta chica tuvo mejor suerte porque no contrajo el virus.
Un día el juez los llamó para hacer un careo. Entonces sucedió otro episodio que recuerda intensamente, como si en realidad todavía estuviera ocurriendo. "¿Por qué me hacés esto?", recuerda que le disparó él poniendo la mejor cara de víctima. "¿Podés entenderlo?", pregunta al cronista buscando aprobación para la sensación de incredulidad que la asaltó entonces.
El domingo pasado, cuando leyó La Capital y supo que lo habían condenado, no perdió la serenidad que dice haber conseguido hace bastante tiempo gracias a la contención de los miembros de su familia, los únicos que conocen su situación.
Ahora, mientras cuenta su experiencia, esta chica dulce que desparrama alegría, admite sin embargo que muchas veces sintió bronca. "Con este muchacho viví una gran desilusión. Pero no estoy resentida ni le guardo rencor: lo que siento por él es lástima".
-¿Querías que la Justicia lo condenara?
-Sí, pero no tenía intenciones de que fuera preso. Eso me hubiese dado satisfacción, pero también mucha pena. Lo único que pretendía era que alguien lo parara para que no siguiera lastimando gente.
La charla se extiende por más de una hora y ella no deja de sonreír ni por un instante. "No me siento enferma, pero soy absolutamente consciente de mi situación", cuenta y el brillo de sus ojos la embellecen aún más. Sabe que algún día las cosas podrían empeorar, pero también sabe que hoy su carga viral es muy baja y eso la llena de fuerza para vivir. "Si pensara que me voy a morir, probablemente estaría tirada en la cama, como me pasó el primer día". Ahora no se le cruza por la cabeza otra cosa que obtener un título que tiene al alcance de la mano, de ver crecer a su hijo y de vivir. Y es lo que está haciendo. enviar nota por e-mail | | Fotos | | La chica dijo que no quiere ser discriminada. | | |