| domingo, 20 de julio de 2003 | [Nota de tapa] Memoria del Rosariazo Testimonio de los días que conmovieron a Rosario Entre mayo y septiembre de 1969 una serie de movilizaciones populares convulsionó la ciudad. Carlos SOldi fue el fotógrafo que documentó ese hito histórico Carina Bazzoni / La Capital La mayor parte de su vida profesional la desarrolló en Francia, donde nunca se sintió "un fotógrafo argentino trabajando en Europa". Retrató a la mayoría de los escritores e historietistas franceses, fue director de arte de revistas de Prêt a Porter, colaboró con el Correo de la Unesco, Le Monde, Le Figaro, L’ Express y sus trabajos ilustraron gran parte de la prensa europea. Sin embargo sólo 200 tomas, realizadas muy tempranamente, marcaron su carrera y convirtieron a Carlos Saldi en "El Fotógrafo del Rosariazo". Así, con mayúsculas.
Esta automática asociación no le disgusta. "Es un orgullo -dice-. Pero no por la calidad de las fotos, sino por el testimonio del que dan cuenta". Tanto es así que actualmente está trabajando para montar treinta de esas fotografías en el Museo de la Memoria, en una muestra que a su pedido se realizará entre septiembre y octubre. "Así pueden asistir las escuelas porque me parece que la gente sabe muy poco qué fue el Rosariazo".
La protesta que alborotó la vida de los rosarinos en mayo y septiembre de 1969 encontró a Saldi trabajando de reportero gráfico de la revista Boom, a la cual contribuyó a fundar. Desde el asiento de atrás de una motoneta, Saldi registró las fotografías que, años después y por obra de la casualidad, se convertirían en el registro más extenso de los días que apuraron el fin de la dictadura de Juan Carlos Onganía.
En las fotos de Saldi está la marcha del silencio organizada por los universitarios para repudiar el asesinato del estudiante correntino Juan José Cabral. Está el cuerpo de Adolfo Bello tendido en la galería Melipal. Están las ollas populares y las marchas realizadas por trabajadores y universitarios los días siguientes. La caída de otra de las víctimas, Luis Blanco, en la entrada de LT8. Están los paros de la Unión Ferroviaria rosarina. Los troleys incendiados. Hay jóvenes y adultos repeliendo a la policía con los adoquines retirados de la calle. Y finalmente la llegada a la ciudad de dos mil efectivos del ejército, al mando de quien por entonces resultaba un desconocido: Leopoldo Galtieri.
"Cuando hice este conjunto de fotos, las hice trabajando y nunca pensé que llegaran a tener tanta importancia. Es más, no lo supe hasta el 99, cuando hice una exposición de fotos en el parque España y, en un costado, incluí estas fotos en un espacio pequeño. El impacto que causaron fue tremendo, porque en la ciudad quedaban muy pocas imágenes de esos días. Las mías se salvaron por casualidad, porque cuando me fui del país en noviembre del 73 me llevé todos los negativos conmigo", cuenta Saldi.
-¿Hasta el 99 no las había expuesto en otro lado?
-No. Nunca las había sacado. Y las mostré porque era una exposición en Rosario y, en verdad, porque tenía que llenar la tercera de las galerías del parque España y se me ocurrió mostrar fotos de Rosario. Tenía muchas de personalidades de acá que habíamos entrevistado en Boom y de actores y actrices de Buenos Aires que traíamos para participar de fiestas donde promocionábamos la revista. El rincón se llamaba Rosario año 60 y puse fotos de (Rafael) Ielpi flaquito y de (Roberto) Fontanarrosa hace veinte años. Además de retratos de la gente de Buenos Aires que visitaba Rosario en esa época. Y, entre todas esas fotos, colgué también algunas del Rosariazo. Todas las miradas de la muestra se las llevaron esas imágenes y ahí me di cuenta que tenía algo que era diferente.
- ¿Cómo describiría esas fotos?
- En realidad tienen mucha similitud con las fotos de diciembre de 2001. Sólo cambiaron los uniformes y los peinados. Pero después es todo lo mismo. Llama la atención ver alguna de esas fotos y compararlas con una actual, son muy parecidas.
- ¿Por qué?
- El Rosariazo sucedió en un momento particular, donde la gente creía que se podía cambiar. Y fue un movimiento que surgió casi espontáneamente, no voy a decir de casualidad, pero casi espontáneamente, cuando la gente reaccionó por la muerte de un tipo y se dio cuenta de que podía salir y manifestar y armar un quilombo bárbaro y que no pasaba nada grave. Cuando vino la policía federal la ciudad estaba tomada, porque estaba toda la ciudad en la calle. Yo tengo fotos que saqué en la avenida Alberdi, en la avenida San Martín, en el Swift y en todas partes había manifestaciones.
El 20 de mayo de 1969 llegaban a Rosario las noticias del asesinato de Cabral en Corrientes. Ese mismo mediodía en el comedor universitario se realizó una asamblea donde se decidió marchar hasta Corrientes y Córdoba en repudio por la muerte. Y Saldi fue un testigo privilegiado de esos días: "Yo estaba en la librería de Juan Martini, quien trabajaba con nosotros en la revista. Y entonces vimos cómo los estudiantes sacaron las sillas del comedor universitario a la calle. No sabíamos qué iba a pasar pero los seguimos. Después vino la policía, los empezó a correr, se metieron en la galería Melipal y ahí lo mataron a Bello".
Mientras habla, Saldi recrea minuciosamente cada uno de los ambientes de esas jornadas: "La policía se había refugiado en la Jefatura. La ciudad estaba a oscuras, porque habían cortado la luz. Había manifestaciones por todos lados. Y un día se nos ocurrió ir para la zona norte, llegamos hasta el Control de Granadero Baigorria, y de repente se encienden unas luces enormes: eran un par de tanques, varias tanquetas y soldados dispuestos a tomar Rosario. A la mañana la ciudad estaba distinta, con los milicos ya no se podía joder. Se había terminado el Rosariazo".
Pocos años después se terminaría también la historia rosarina de Saldi. En 1975 "el clima del país ya venía muy mal", y después de una corta estancia en Barcelona se radicó en Francia, en un poblado cercano a París. Allí emprendió varios trabajos: retratos de candidatos del Partido Socialista, fotografías para revistas de moda, ilustración de notas para Le Nouvelle Observateur y otros periódicos.
"Nunca fui un fotógrafo argentino trabajando en Europa", asegura y rápidamente explica: "Los argentinos que llegan a París muestran Argentina. Y hacen exposiciones con fotos de coyas, de la Puna y de esas cosas. En cambio yo comencé directamente a hacer laburos europeos".
Entre ellos, el que emprendió con el historietista Hugo Pratt haciendo documentación periodística y retratando los ambientes donde se desenvolvería el Corto Maltés. Los distintos proyectos de la Unesco que lo llevaron recorrer gran parte del mundo árabe. O la fotografía y dirección artísticas de publicaciones de Prêt a Porter.
Mientras tanto, Saldi siguió sacando "fotos propias", esas que realiza por placer, que responden a ideas y producciones suyas, y "que no se venden, sólo se exponen".
En esas fotografías aparece un hombrecito con un paraguas, algo así como un gnomo que camina por encima de las superficies, que saltea las reglas, las cosas estructuradas. Quizás el mismo Saldi tenga algo de este personaje.
"En mi trabajo hay que tener cuidado, porque rápidamente te encasillan. Cuando trabajaba con Pratt las editoriales me pedían que retratara dibujantes. Creo que debo haber fotografiado el 90 por ciento de los historietistas europeos. En cambio, para el Observateur yo fotografiaba escritores... Había hecho también políticos y moda, pero ellos querían escritores".
-¿Hay fotos de Saldi europeas, y otras argentinas, como las del Rosariazo?
- No podría separar dos calidades de fotos. Yo soy un profesional, acá trabajaba de fotógrafo acá y un día, a pesar de que todos decían que era bueno, me di cuenta de que no sabía sacar fotos. Entonces fui a aprender, viajé a Estados Unidos y estudié con los mejores fotógrafos, Richard Avedon, o Irving Penn (de la revista Vogue). Así adquirí un cierto nivel profesional, un estándar correcto. No saco fotos de casualidad, ni pego una de vez en cuando. Pero hago dos cosas diferentes: mi trabajo profesional y mi trabajo personal. Por el primero cobro y hago ilustraciones, moda y también algo de arquitectura. En cambio, mis fotos personales son aquellas que realmente me gustan, no las vendo, las expongo, y son las fotografías de las cuales estoy orgulloso. Las fotos del Rosariazo entran en esto. Eran un trabajo, es cierto, pero yo era mi propio jefe y nadie me mandaba. Además eran fotos en las cuales estaba muy implicado, eran cosas que quería mostrar. Y además las hice con una cierta metodología.
-¿Por ejemplo?
- Enterarme dónde empezaba la movilización y seguirla. Tratar de estar en todos los lugares donde pasaban cosas. Y después ordenarlas por fecha, por hora, por lugar. Montarlas como una historia. Además siempre fotografié cosas que estaban a mi alrededor. Nunca camino mucho para hacer mis fotos. Y, generalmente, las elijo de las colas de los rollos que usaba cuando hacía otro laburo.
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