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 miércoles, 16 de julio de 2003

Análisis
El peronismo en penumbras

Mauricio Maronna / La Capital

El PJ santafesino corre serio riesgo de perder el invicto electoral que mantiene desde 1983. En el oficialismo convergen tres déficit: la ausencia de una articulación de poder geográficamente totalizadora, la falta de una estrategia común entre los candidatos y la inexistencia de un discurso que explique por qué el peronismo debería seguir en el gobierno tras 20 años de gestión.

Rosario aparece como un gran interrogante a la hora de recolectar votos, una cuestión que tiene explicación: más allá de Héctor Cavallero (al fin un extrapartidario), el PJ no tiene hoy por hoy candidatos propios a gobernador. "Con la oferta actual, estamos nadando en la arena", fue la explicación que dio ayer un referente justicialista rosarino.

Las encuestas más serias grafican con claridad cuál es el problema del peronismo en Rosario, solamente hay que saber leerlas. Mientras el lema PJ tiene muy baja intención de voto, el gobernador Carlos Reutemann sigue gozando de una alta consideración pública, superior al 50%. Teniendo en cuenta que el intendente Hermes Binner también goza de una mirada positiva por parte de los rosarinos, el desafío del titular de la Casa Gris es poner sobre la grilla electoral otras figuras de peso que vayan en sintonía con su figura. Un espacio que hoy está ausente. "El problema no son los sublemas sino los candidatos", se le escuchó decir al Lole.

Los 20 años de ejercicio del poder constituyen una pesada carga para el PJ, que, necesariamente, deberá ofertarles a los rosarinos un menú de postulantes cualitativamente capaz de equiparar o acercar las cargas con Binner.

"La oposición aprendió a usar la ley de lemas", suele decir Jorge Obeid, en una clara interpretación de la nueva realidad. Sin embargo, el socialismo, los radicales, la democracia progresista y el ARI (con sus idas y venidas, la interminable pelea por los cargos y la falta de un programa común para gobernar la provincia) le ofrecen un plus al peronismo.

Quien repase los números que en 1999 llevaron al poder a Reutemann notará la formidable tracción de votos que cosechó, no solamente del peronismo sino de los sectores independientes. Esa es otra de las claves para explicar la crisis que atraviesa al peronismo santafesino: sin renovación dirigencial ni candidatos que muevan el amperímetro más allá de sus zonas de influencia, las gruesas franjas de ciudadanos que no responden a ningún partido se muestran reacias a votarlo.

El discurso oficialista debería tener un eje principal: la buena administración del gobernador en lo que refiere a cuentas equilibradas, pago de sueldos al día y no emisión de bonos. No es poco en un país que vivió en medio del desquicio.

Desde hoy hasta el cierre de listas los minutos valen oro: el peronismo puede quedarse con todo o resignar cada uno de los espacios de poder que posee.

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