| miércoles, 16 de julio de 2003 | "Queremos irnos a casa", alegan los uniformados Washington. - Diputados y senadores del Congreso estadounidense están recibiendo mucho correo postal de Irak. "Muchas gracias por respaldar fuertemente nuestra intervención por la paz y la seguridad pero ¿quieren saber algo?: Quiero irme a casa". Así se puede leer en la carta que un soldado le escribió a un republicano, correligionario del presidente George W. Bush. Y al parecer no es el único. "La mayoría de soldados aquí vaciarían sus cuentas para comprar un ticket de avión para regresar a casa", describió un suboficial en una carta dirigida al diputado demócrata de su distrito electoral.
El soldado de 29 años está de servicio en el Golfo desde hace siete meses y su misión no tiene un final a la vista. El autor de la carta pertenece a la Tercera División de Infantería, que fue desplegada en Irak al principio de la guerra y ha pasado allí la mayor parte de los combates. Ahora los 9.000 efectivos de esta división, sometida a un gran esfuerzo, se han enterado de que no podrán viajar a casa en septiembre.
Tan sólo podrán regresar cuando en su país comiencen los preparativos para las navidades. Y ni siquiera eso es seguro. La inestabilidad en Irak requiere de una presencia más duradera, se les comunicó a los soldados. En la actualidad nadie sabe a ciencia cierta cuándo mejorará la situación.
En EEUU llegan cada vez más a menudo alarmas según las cuales la moral entre las tropas estadounidenses ya ha alcanzado su punto más bajo. En este sentido, cada vez más soldados presentan síntomas de estrés, como falta de sueño, apatía y explosiones incontroladas de sentimientos.
Cada vez es más frecuente que hombres y mujeres uniformados se griten y reaccionen impacientes y enojados con los iraquíes. El coronel Robert Knapp, psiquiatra que atiende a las fuerzas estadounidenses en Irak, dijo que en las últimas semanas ha tratado a más de 100 soldados con síntomas de estrés, algunas veces hasta 18 casos al día.
Pero también para los parientes en casa crece la frustración, la impaciencia, la decepción y el enfado. En Fort Stewart (Georgia), base de la Tercera División de Infantería, habló recientemente un alto representante militar a un grupo de esposas y madres que esperan el regreso de sus maridos e hijos e hijas. Las mujeres dieron rienda suelta a sus sentimientos de una forma tan fuerte que el oficial interrumpió su intervención y se marchó. (DPA) enviar nota por e-mail | | |