| domingo, 13 de julio de 2003 | Rosario desconocida: homenajes, olvidos y salvatajes José María Bonacci Siempre existió el impulso de homenajear a quienes son merecedores del recuerdo colectivo, sea por la obra desplegada, por alguna razón de sentimiento, y también por ciertos misterios que la vida ofrece y que no llegan a tener explicación precisa. El cuerpo construido de la ciudad, recepta el sentimiento de la gente de alguna manera y los guarda en términos de tiempo con vigencias variables. ¿Qué son si no los grafitis, o los símbolos matéricos adheridos a edificios, al espacio público, en rincones urbanos?
La emoción del recuerdo prende fuerte, aquello que ya no está de alguna manera permanece, a pesar de lo cual también se producen olvidos por omisión, desidia o injustos intereses. Para entender su resultado, pueden tomarse ejemplos que la ciudad brinda, buscados al azar, que enseñan de qué maneras la comunidad puede ser justa, desaprensiva o indolente, entre las tantas acciones factibles de incorporarse a la historia.
Debe haber sido en los años 1950, cuando en la plaza de San Martín entre Ayolas y Saavedra, se cumplió el acto de plantar un joven ceibo y a su pié una placa de bronce que exaltaba la memoria de la gran pedagoga que fue Dolores Dabat. Pasaron casi 60 años, el ceibo ha crecido majestuoso y soberbio cubriendo la espera para abordar la calesita vecina. No quedó ningún rastro de la placa, y desde la remodelación del lugar años atrás, se instaló un monolito que reza: "Plazoleta Enrique Corona Martínez-1er.Rector del Colegio Nacional Nº 1 Domingo F. Sarmiento-16 de julio 1974" más otra de sus descendientes en su recuerdo. Para homenajear al uno se olvidó a la otra. El ceibo vive, pero ya nadie recuerda aquel acto en el barrio. Y esto es injusto.
Alrededor de 25 años atrás en un sábado de sol la Sade Rosario descubrió una placa en memoria de Alfonsina Storni. Joven vivió en Laprida 1935 (hoy desaparecida) y visitaba diariamente la plaza. También se plantó el "Rosal de Alfonsina" que fue robado varias veces hasta desaparecer definitivamente, destino idéntico al de la placa. Puede pensarse que el pasaje entre Buenos Aires y Laprida lleva su nombre, y que hay tres placas institucionales recordatorias. Pero el acto poético del rosal, fue asesinado sin retorno. Y también es injusto.
Rincón de pensamiento En sala de lectura de la Biblioteca Argentina, otra placa informa que existe el "Rincón del Pensamiento Nacional-Homenaje a F.O.R.J.A en el 55 Aniversario de su Fundación-1935, 29 de junio 1990" a metros del recuerdo para Ana María Benito y del árbol genealógico de Romero de Pineda, primer poblador de estas tierras. En el primer piso, los niños lectores y el servicio para no videntes se reúnen en la Sala Profesor Mario López Dabat, que fuera sobrino de Dolores. En el hall de ingreso, 15 recordaciones están dedicadas a la Biblioteca merecidamente, por ser una de las instituciones locales más queridas. ¿Quién no ha pasado por allí?
Pero hubo una acción en la ciudad que se distingue por su magnitud y por su sentido. Algo resucitó cuando nadie lo esperaba. El antiguo edificio del Banco Nación local cayó bajo la piqueta para dar lugar en el cruce de peatonales al actual proyecto moderno del arquitecto Mario Roberto Alvarez. La fagocitación demoledora, arrastró también al portal de acceso, los materiales fueron a manos de la empresa contratada y todo concluyó allí.
En 1983 se inaugura la obra nueva y por una casualidad fortuita como sub director del Museo de la Ciudad, nos enteramos que en realidad el portal fue desarmado pieza por pieza con sumo cuidado, lo que llevó a su conservación por dos posibles causas: una dice que no se sabía qué hacer con él y la otra afirma que al no estar claro su destino en el contrato de demolición, desde la conducción jerárquica local del Banco, con sentido de pertenencia y buen criterio proteccionista, se derivó al depósito del Distrito Sur ubicado en boulevar 27 de Febrero y San Martín. Comprobar un día después que desde un rincón un angel de bronce nos observaba, fue una bella experiencia. Informes a las autoridades municipales, toma de decisiones, energías y planificación, hicieron el resto.
Angeles de bronce Su metafórica transformación en un verdadero Lázaro urbano de piedra lo trajeron de nuevo a la vida y previa reconstrucción, sus dos angeles de bronce volvieron a observar el trajín diario de la ciudad, sentados a ambos lados del frontis superior en donde se deja ver el viejo reloj hoy inactivo. Este reencuentro con la gente fue coincidente con la inauguración de la nueva San Martín en el cruce de peatonales, en donde al pié del portal, una placa hace saber que "En este solar que ocupaba desde 1873 el antiguo Banco Nacional, se inauguró en 1911 el edificio de la sucursal Rosario del Banco de la Nación Argentina demolido en 1980 para levantar la actual construcción. El viejo frontispicio (todo un símbolo de la sensibilidad artística y arquitectónica de comienzos del siglo XX), fue reinstalado en el mismo lugar en octubre de 1988 por la Municipalidad de Rosario, como testigo perdurable de una ciudad que crece pero no olvida ni su pasado ni su historia" (texto del entonces director de Cultura Municipal, Rafael Ielpi). Otra placa similar dice: "100 años de la calle San Martín-A un siglo de este acontecimiento, nuestro homenaje-1889, Asociación calle San Martín, 1989".
Este objeto urbano pide hoy una tarea de limpieza y restauración, con restos de pasacalles políticos adheridos a sus columnas, lo que habla de alguna manera sobre una actitud referida a la urbanidad. Hoy se acercan gentes de otros sitios del país o el extranjero y nos emociona verlos contemplando el portal con expresión de sorpresa en diálogo de sana oposición con un prisma de hormigón, acero y cristal. Por eso nos complace explicarles que este Lázaro pétreo se levantó de la muerte por decisión de la ciudad, fortaleciendo un camino de reflexión y afianzamiento sobre la fortuna que significa poseer un patrimonio protegido.
Y a pesar de coincidencias u oposiciones, sentirnos seguros de transmitir un mensaje sobre la protección del lugar en que vivimos, porque la ciudad, que se entienda bien, es la casa grande en donde por actitudes de sus habitantes, se pueden cometer injustos actos de olvido o muerte, pero también dignificarnos en sanos renacimientos.
(*) Arquitecto
[email protected] enviar nota por e-mail | | Fotos | | Antiguo portal del Banco Nación. | | |