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 domingo, 13 de julio de 2003

El padre Joaquín habla de su candidatura a intendente
Núñez: "Una revolución no se hace con los votos"
El cura tercermundista dijo que optó por el peronismo porque es la única fuerza que le garantiza llegar al poder

Walter Palena / La Capital

Empujado por el entusiasmo que generó Néstor Kirchner en buena parte de la sociedad, el padre Joaquín Núñez se convenció de que había llegado la hora de pasar del compromiso social a la acción política directa. Su candidatura a intendente de Rosario por el sublema que lidera Jorge Obeid surgió por iniciativa propia. Primero se ofreció para postularse por el ARI, pero los partidarios de Elisa Carrió lo rechazaron. Entonces apareció en escena el ex gobernador santafesino y en pocos días abrocharon el acuerdo electoral.

Este cura franciscano de mirada franca y habla serena despliega un discurso desprovisto de todo eufemismo, ese recurso lingüístico tan común en los políticos cuando quieren esconder con sus palabras segundas intenciones. Su sinceridad se traduce de una manera casi brutal: no tiene empacho en decir que optó por ir a las elecciones del 7 de septiembre en las filas del justicialismo porque es la única fuerza que le garantiza una estructura consolidada para llegar al poder.

A pesar de que va a competir en una elección, Núñez no está muy convencido de que desde las urnas se pueda cambiar la estructura capitalista por un régimen socialista. "Es la herramienta que hay ahora, y sería totalmente descolocado salir a hacer una revolución yo solo", dice mientras saborea un mate, y luego de hacer una pausa desnuda su verdadera convicción: "Una revolución no se hace con los votos".

Esa frase polémica se alarga con otro comentario de igual tenor. Dice que la violencia se justifica cuando es en defensa propia y que, aun en la moral más estricta de la fe cristiana, esa metodología está autorizada. "Esto se puede ampliar en una dimensión política", agrega.

La honestidad de sus palabras se puede enmarcar, tal vez, en la propia historia de Núñez y en el entorno social donde desarrolla su actividad pastoral: un barrio humilde del oeste rosarino, habitado por cartoneros y desocupados, los marginados de un sistema que en la última década hundió a sus pobladores en la más absoluta miseria.

La casa donde el sacerdote franciscano recibió a La Capital no es diferente de las otras. Si se predica entre los pobres, se debe vivir como un pobre más, dice, siguiendo los preceptos de San Francisco. En Bella Vista Oeste todos conocen la morada de Núñez como El Ranchito, una casa precaria ubicada a dos cuadras de su capilla. Al lado se erige un galpón donde funciona el centro comunitario San José Obrero. Allí se distribuyen 600 raciones diarias de comida, con aportes que hace la provincia y que administra Cáritas.

Sólo la entrada de la casa tiene puerta; los demás ambientes están separados por cortinas. En las paredes despintadas del comedor conviven las imágenes de Jesús, la Virgen María y el Papa con las del Che Guevara y Pablo Neruda. "A veces los católicos nos encuadramos demasiado y dejamos afuera muchos valores que están fuera de la Iglesia", se justifica.

-¿Qué fue lo que lo decidió a meterse en política?

-Siempre participé en política, pero desde el ámbito pastoral. En los 60 estuve en Corrientes, donde hice mi primera experiencia con los curas tercermundistas. En 1971 me trasladan a Chaco, donde fui unos de los cofundadores de la Liga Agraria. Permanecí allí hasta el 74. Ese año me meten preso y salí en el 79. Luego vine a Rosario y comencé a hacer trabajo social en este mismo barrio.

-¿Por qué decidió ir en una boleta del PJ?

-Yo armé el proyecto y se lo acerqué primero al ARI, pero me dijeron que no podían contener una cosa así.

-¿Y cómo llega a contactarse con Obeid?

-Al poco tiempo de que me rechazaron desde el ARI, apareció un delegado de Obeid y le dije que quería hablar directamente con él. A los cuatro días vino Obeid y nos encontramos en una sede política del centro. Ahí empezó todo.

-¿Qué le fue a ofrecer al ARI que lo rechazó y, en cambio, Obeid lo aceptó?

-Sumarme a la fuerza, pero como candidato a intendente. Así de directo fui.

-¿Cómo tomó la curia su decisión?

-Primero hablé con mi superior local de la orden de los franciscanos. Me dijo que la legislación de nuestra congregación permite estas opciones.

-¿Y en el Arzobispado?

-Con Mirás estuve el martes pasado. Me dijo que si mi superior lo aceptaba, él no tenía nada que objetar. Conversamos sobre el riesgo que trae este desafío y sus implicancias, porque en la política no es todo rosa.

-¿Le viene a la memoria la experiencia fallida que tuvo el padre Farinello?

-Sí, y con Mirás también hablamos de eso. Pero al Polo Social se acercó mucha resaca de otros partidos, gente de derecha y de izquierda. Eso fue una melange que destruyó a Farinello. En estos días lo voy a llamar para que me dé algunos consejos.

-¿Por qué eligió ir con Obeid?

-Porque fue el único que se acercó. También porque no quedan otros espacios. ¿Qué otra fuerza queda?

-Muchas.

-Pero no con posibilidades de llegar al poder. Sé que algunos amigos de izquierda están un poco inquietos con esto (sonríe).

-¿Usted consideró al PJ como un atajo para su proyecto?

-Tal cual. Yo no tengo partido, estructura, no quiero desgastarme en eso. El peronismo me facilita la llegada al poder.

-¿Pero no tiene ningún tipo de identificación con el ideario peronista?

-Rescato el trabajo popular y social del PJ. Es verdad que es una fuerza que está minada de un montón de otras cosas que a uno no le gusta. Eso es innegable y se lo dije de frente a Obeid. Pero era el único espacio estructurado que me quedaba.

-¿Cómo se compatibiliza la Virgen María con el Che Guevara?

-Hay que tener un criterio amplio. A veces los católicos nos encuadramos demasiado y dejamos de lado muchos valores que están afuera de la Iglesia. El Che me parece una imagen muy fuerte. Fue un hombre con ideales que luchó para cambiar el mundo.

-¿Aun apelando al uso de las armas?

-Si uno quiere transformar una estructura capitalista por una socialista, eso no se hace con papelitos, o sea con los votos. Eso se cambia solamente con la revolución y una revolución no se hace con los votos.

-Pero usted va a participar en una elección...

-Sí, esa son las herramientas que hay ahora. Sería totalmente descolocado querer salir a hacer una revolución yo solo, como fue el error que se cometió en La Tablada.

-¿Usted quiere decir que justifica el uso de las armas si se persigue un fin noble?

-Sí, si uno llega a la instancia de actuar dentro de una revolución.

-¿Eso no contradice los principios católicos?

-El uso de la violencia en defensa propia, aun en la moral cristiana más estricta, está autorizada. Si yo lo agredo, usted se tiene que defender y, en esa defensa, hasta me puede matar. Y esto se puede ampliar a una dimensión política.

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