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 domingo, 13 de julio de 2003

Inteligencia emocional: el poder de los sentimientos

Quién es más inteligente? ¿Una persona con un currículum académico brillante pero sin relaciones satisfactorias o un estudiante regular que sabe tratar con todo el mundo? ¿Una persona con un gran cerebro y emociones gélidas u otra que se preocupa por los demás?

Hasta hace poco el término inteligencia se circunscribía al coeficiente intelectual, pero la aparición en 1997 del libro de Daniel Goleman "Inteligencia emocional" llegó a la primera línea de la práctica empresarial y educativa. Las empresas han hecho de la IE un factor decisivo, por encima incluso de la formación, de modo que las pautas tradicionales del estudioso con ganas de superarse, o el ambicioso que se come el mundo ya no sirven. Hoy los departamentos de recursos humanos, consideran que la capacidad emocional de las personas, es decir, su destreza social, su habilidad para amar y ser amado, sus motivaciones personales e incluso su nivel de altruismo contribuyen al éxito profesional.

Es el caso de los expatriados o profesionales que ejercen su trabajo en el extranjero. La mayoría son personas casadas y padres de familia. Las multinacionales han comprobado que para este tipo de vida el respaldo familiar es fundamental, y que un ejecutivo con pareja suele desarrollar mejor sus tareas y afrontar bien el reto de empezar una vida nueva en otro país. En estos casos, la familia sirve como colchón contra las posibles crisis de soledad y añoranzas.

El científico Howard Garder afirma que la IE es la suma de dos tipos de inteligencia: la intrapersonal, que consiste en la capacidad para conocerse a uno mismo, para reflexionar sobre los propios actos y manejar adecuadamente la personalidad y las emociones; y la interpersonal, que es la capacidad para interactuar con los demás en forma efectiva. A su vez considera que abarca sólo dos de las nueve clases de inteligencia que tienen los humanos, y que son: visual espacial, auditiva musical, corporal kinestésica, verbal lingüística, lógica matemática, interpersonal, intrapersonal, naturalista o ecológica y espiritual.

Esto significa que la preponderancia, deficiencia y desarrollo de una o varias determinan el grado de talento para la música, la actividad física, la oratoria, el arte o la vida interior.

La IE se puede aprender y cultivar porque los sentimientos definen la personalidad de forma directa y educándolos, se sabrá manejar la adversidad y el fracaso.


Década del cerebro
El enorme auge de la IE se explica en parte por esa declaración que hizo George Bush padre, entonces presidente de EEUU, durante los •90, calificando esos años como la "década del cerebro".

Frente a los yuppies de los 80 y el positivismo de los 90, el siglo XXI aboga por la emoción inteligente, por el equilibrio emocional, que es un proceso que tiene mucho que ver con la cabeza, que es la que educa los sentimientos. Esto se traduce en mayor rendimiento y calidad de vida.

Una investigación a nivel mundial realizada por The Consortium for Research on IE arrojó este sorprendente resultado: el cociente de éxito se debe en un 23 % a las capacidades intelectuales y un 77 % a las aptitudes emocionales. Según este dato la IE es parte de la inteligencia global, pero una parte decisiva que debería enseñarse en las escuelas de la misma forma que la gramática o la aritmética.

"No hay mayor miseria que no conocer el contento", escribió Lao Tsé. El enojo y la frustración es patrimonio de todos, pero la persona inteligente sabe que vivir enojado no merece la pena, y aprende a resolver sus fantasmas sin dañar a los demás. No se trata de ser tontamente felices, sino de buscar la autocrítica y el sentido del humor como terapias infalibles para manejar las heridas emocionales, las inhibiciones, la vergüenza, el pesimismo y para transformar la agresividad en tolerancia.

Daniel Goleman dice que "la emoción es la energía de nuestra vida, pero para que sea una energía positiva y no negativa tenemos que educarla". Cree que así se aliviarían muchos problemas, ya que la IE "repercute en la salud, el trabajo, el amor, la amistad, la creatividad y la felicidad".

Algunos de los "mandamientos" de la IE sugieren no dejarse manipular en juegos de poder, defender lo que uno siente y desea, respetar los sentimientos y deseos de los demás, perdonarlos por los errores que cometen y saber pedir disculpas cuando sea necesario.

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La inteligencia emocional se puede cultivar.

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