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 miércoles, 09 de julio de 2003

Catorce años de prisión para taxista que abusaba de su hija

"Me voy de casa porque estoy cansada de vivir con un loco. Perdoname". La carta, escrita por una chica de 13 años a su mamá, quedó sobre la mesa de una casa de familia de la zona sudoeste donde hasta ese día todo parecía transcurrir con normalidad. Había otro mensaje dedicado a su padre, un taxista de 35 años, que sólo contenía una pregunta que la atormentaba desde los ocho años: "¿Por qué me arruinaste la vida desde que era chica?". A partir de entonces la perversa rutina de abuso sexual y amenazas a la que el hombre sometía a su hija por las mañanas empezó a destaparse y el hombre terminó en prisión, donde ahora cumple una condena a 14 años de cárcel.

La pena fue impuesta por el juez de Sentencia Nº 1, José María Casas, y acaba de ser confirmada por la Cámara de Apelaciones en lo Penal. Los delitos que le imputan al taxista son dos: el abuso sexual agravado por el vínculo y la corrupción de su hija, ya que estuvo en condiciones de provocar una "desviación de la sexualidad y de la formación psíquica" de la menor. El nombre del imputado se reserva para no afectar a la víctima, que es su hija biológica y tiene su apellido.

La chica tenía 13 años cuando, la madrugada del 22 de septiembre, escapó de su casa para poner fin al tormento que le causaba convivir con su padre y que éste actuara "como si nada hubiera pasado". Dejó una carta para cada uno de sus padres y buscó ayuda en la casa de una tía materna, a quien enseguida le contó el motivo de su decisión: le dijo que el padre la violaba desde los 8 años. En un relato que luego debió repetir ante médicos policiales, forenses, psicólogos y jueces, reveló que el padre aprovechaba las mañanas para obligarla a tener sexo oral, anal y vaginal en el dormitorio del matrimonio. A esa hora padre e hija quedaban solos porque la madre salía a trabajar para un plan estatal de empleo y sus hermanos iban a la escuela.

Las violaciones eran frecuentes y el hombre la amenazaba con golpearla para que guardara silencio. En ocasiones la llevaba a trabajar con él y la sometía dentro del taxi. Los mecanismos para que guardara silencio y nadie advirtiera los abusos eran múltiples. Su padre le impedía tener amigos, ir al médico, salir de su casa y hacer trabajos prácticos en grupo para la escuela.

"Yo te lo pensaba contar, pero ahora ya no se puede remediar nada", reconoció el imputado cuando su mujer le pidió explicaciones, aunque luego lo negó en Tribunales. Para la Justicia quedó probado que cometió las violaciones, entre otras pruebas, porque un hermanito de la chica había presenciado uno de los abusos.

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