| sábado, 05 de julio de 2003 | El director de la institución, Víctor Sarnaglia, asegura que se busca formar un "policía de proximidad" Nuevo plan de estudios en la Escuela de Cadetes Marcela Isaías / La Capital "Nos propusimos desmilitarizar a la Escuela de Policía". La frase suena contundente, sobre todo porque quien la dice es el comisario inspector Víctor Sarnaglia, director de la Escuela de Cadetes de Policía de Rosario. Desde el año pasado la escuela cuenta con un nuevo plan de estudio que persigue la idea de formar un "policía de proximidad y que interactúe con la comunidad". Pero para ello, entiende Sarnaglia, "será necesario dar un debate con la ciudadanía para acordar qué policía se quiere".
Unos 2.800 postulantes que culminaron los estudios secundarios se anotaron para ingresar este año a la escuela ubicada en Alem 2050. Sólo 150 -el cupo establecido- accederán finalmente a la institución, luego de pasar por una estricta selección. El ingreso final es por orden de mérito y, según aclara el director, no se hace distinción de género.
A diferencia de quienes se preparan para ser agentes de la policía -también ahora se ingresa con el secundario completo- y para lo cual reciben una instrucción de cuatro meses en cualquiera de los 19 centros de las jefaturas departamentales, los futuros oficiales lo hacen a lo largo de tres años y en forma becada por el Estado provincial, con una asignación similar a la de un agente en función -no supera los 400 pesos-.
Egresarán de esta escuela de cadetes con el grado de oficiales subayudantes. En ese tiempo lo que se aprenda será decisivo para la función que les tocará desempeñar. "Antes teníamos una formación militar, luego una volcada hacia el derecho y ahora hacia la sociología, incluyendo una propuesta vinculada con la ética", explica Sarnaglia sobre los distintos enfoques reflejados en los sucesivos planes de estudios. Según aclara, "la ética de un policía no está determinada por lo que se les brinda en la escuela, porque los principios se traen de antes". Por eso añade: "Aquí no damos educación sino instrucción, que es una capacitación técnica para hacer un trabajo".
La diferencia entre educar e instruir es sustancial y quizás explique por qué la formación de los policías no depende del Ministerio de Educación y sí, en cambio, del Ministerio de Gobierno. Aunque algunas jurisdicciones hayan incluido esta formación dentro de sus carteras educativas -como en San Luis-, Sarnaglia se inclina por un sistema mixto. Al respecto, recuerda que se está trabajando con el Ministerio de Educación provincial y dos universidades -la Católica y la del Salvador- para ofrecer a los oficiales la posibilidad de realizar una tecnicatura en seguridad pública, y más tarde la licenciatura.
Sarnaglia dirige esta escuela -que depende de la Dirección General de Institutos Policiales- desde hace dos años. Anteriormente estuvo al frente de la Tropa de Operaciones Especiales (TOE). Tuvo la oportunidad de capacitarse en el exterior, en distintos países de Latinoamérica, en Europa y en Estados Unidos, donde también ejerció la docencia en el FBI. Por eso durante el diálogo con La Capital en sucesivas oportunidades compara modelos de escuelas de policía de diferentes países.
Modelo francés
Pero es el modelo francés el elegido por Sarnaglia. "Me gusta por los niveles de tolerancia que muestra y porque hay mucho en común con nuestra idiosincrasia", dice. De este mismo modelo toma la idea de formar una "policía de proximidad" -de hecho el plan incluye una materia con ese nombre-, algo que define como novedoso para el país. Se trata de "un policía que interactúa con la comunidad, que conoce el barrio y a él se lo conoce por su nombre y apellido".
Además de nuevas asignaturas, el rediseño del plan de estudio significó, por ejemplo, la incorporación de una oficina de gestión de la calidad de la educación, que evalúa por medio de encuestas cómo se enseña y aprende. También la incorporación del Consejo de Dirección, con representación de los docentes, los policías en actividad y los magistrados. Las iniciativas apuntan -asegura Sarnaglia- a la idea de "desmilitarizar la escuela y, sin ser contradictorios, también a aumentar la disciplina, ya que se trata de devolverles a los cadetes la responsabilidad".
Ingreso y vocación
Desde hace varios años, el ingreso a la docencia y a la policía reconocen motivos en común: carreras cortas y de rápida salida laboral, y aunque el sueldo sea ínfimo tienen el atractivo de la estabilidad que otros campos laborales no ofrecen. Justamente, Sarnaglia confiesa que su ingreso a la institución policial se dio "por hambre". Según cuenta, proviene de una familia humilde y numerosa y la policía se le presentaba como un lugar prometedor. Estas razones lo vuelven muy cauto cuando se lo consulta por la vocación de los policías. Más bien prefiere devolver la pregunta con otro interrogante: "¿Cómo se puede tener vocación de algo que no se vivió? La vocación tiene aristas buenas y malas, sobre todo en un policía, que tiene mucho poder sobre la vida de las personas".
Este es uno de los puntos en el que se detuvo muy especialmente el premio Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel cuando la semana pasada visitó la escuela de cadetes y compartió con los futuros oficiales una clase magistral sobre derechos humanos. En esa ocasión, abogó por formar policías con una vocación de servicio basada en una "obediencia en libertad" en contraposición a la "obediencia ciega". enviar nota por e-mail | | Fotos | | El director Sarnaglia con un grupo de cadetes. | | |