| sábado, 05 de julio de 2003 | ¿Memoria?, ¿cuál memoria? Quiero hacer llegar mis felicitaciones al concejal Steiger por jugarse con honestidad y valentía por sus convicciones, como es su estilo. Con respecto a su acertada opinión acerca de evitar parcialidades, como se pretende hacer con el Museo de la Memoria, muchos colegas suyos salieron a denostarlo y desautorizarlo. ¡Claro! es la minoría bulliciosa que nada tiene que ver con esa mayoría silenciosa que se expresa en charlas íntimas, en reuniones entre amigos, esas que no olvidan quién armó el monstruo y luego se le volvió en contra y que, pese a la opinión de un concejal justicialista, no pudo frenar en Plaza de Mayo con su concebido "imberbes" y que, a la postre, su sucesora no tuvo más remedio que solicitar su "aniquilación". Lamentablemente muchos de esos dirigentes, que seguramente hoy ocupan cargos públicos, no deben ignorar que con sus convicciones violentas han truncado innumerables vidas inocentes, jóvenes de corta edad que creían en soluciones mesiánicas. En forma permanente desconocen y violan la Constitución nacional a la que parecen haber derogado por decreto, dándoles a sus artículos una interpretación de acuerdo a sus conveniencias. Quisiera un Museo de la Memoria que abarque todas las épocas; con historias de desaparecidos y torturados, empezando por el doctor Ingalinella (de eso hace ya 48 años) en un gobierno democrático ¿?, pasando por el presidente de la Fiat, el directivo de Acindar, señor Amelong, los policías asesinados y tantos otros. Al país lo hacen todos los argentinos y todos tienen derecho a revisar la historia contemporánea, dejando de lado intereses minoritarios y sectoriales. Cuando los dirigentes se pongan los pantalones largos, se animen a considerar y respetar la opinión del resto de los ciudadanos (y aquí le cabe también un rol importante al periodismo, en especial si fueron testigos de esa época), viviremos en un país en paz y mirando todos un futuro promisorio. La verdad aumentará en la medida en que sepamos escuchar la verdad de los otros.
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