| domingo, 29 de junio de 2003 | Los suizos, una corriente de pioneros La colectividad helvética fue una de las primeras en llegar al país La comunidad suiza fue una de las primeras colectividades en desplazarse hacia la Argentina cuando promediaba el siglo XIX. Los inmigrantes de esa nacionalidad ya estaban en el país al momento de presentarse las dos grandes corrientes inmigratorias, antes y después del cambio de siglo.
Rosario se constituyó en un atractivo especial debido a su proyección económica y antes del arribo de los Altahus desde Sudáfrica y Buenos Aires, en 1885, la gran familia suiza contaba con un importante número de integrantes. El Censo Municipal de Rosario destaca la presencia de 487 suizos —sin contar a sus descendientes argentinos— afincados en la ciudad hacia 1887, mientras que en 1990 suman 576, en un proceso ya estabilizado. Es decir, la corriente inmigratoria suiza en Rosario fue temprana, al igual que su decadencia.
Según datos de la Casa Suiza de Rosario, fundada en 1868, ya en 1860 sus hacedores estaban organizados en pro de la ayuda a sus connacionales. Es más, según esa misma fuente, la mayoría de los suizos establecidos en Rosario había progresado notablemente y pudo antes o después de esa época hacerse de algunas propiedades.
Esos precursores, movidos por un sentido de solidaridad y filantropía, deciden crear una institución dedicada a la ayuda de los recién llegados. Si bien no existen registros, no se descarta que los Althaus hayan recibido algún tipo de asistencia por parte de la institución o de algún paisano que tuviera una relación anterior con la familia.
Además de la mencionada agrupación, los suizos le legaron a la ciudad otra institución que finalmente regaló su nombre a un barrio de la zona sur. en 1889 se inaugura el polígono de práctica en lo que después se llamaría Tiro Suizo. Y si bien su fundación data de 1890, la actividad deportiva había comenzado mucho antes, consolidando una característica peculiar de los inmigrantes que llegaron del centro de Europa: el uso cotidiano de armas.
Cuentan algunos historiadores que cargar con sus armas era una obligación para algunos suizos. Venidos de un país con pocas tierras y contados recursos ganaderos, estaban más que acostumbrados a blandir sus escopetas en el momento indicado. Para ello habían recibido una formación que los alentaba a mantener en perfectas condiciones de uso a sus armas y a llevarlas continuamente consigo. Es más, hasta esa colectividad habría sido escogida a propósito para poblar las nuevas tierras incorporadas a la colonización del suelo santafesino. Pasadas las primeras décadas de la mitad del siglo XIX, las zonas elegidas para instalar a los inmigrantes extranjeros lindaban con las tierras de los aborígenes y no eran raros los llamados malones y las refriegas. Para lidiar con ese contexto buenos eran los hombres de armas llevar.
Por otro lado, los suizos que se quedaron en la urbe se incorporaron rápidamente a la vida económica. Tuvieron mayor facilidad aquellos que traían consigo algunos conocimientos o profesiones como los artesanos, los relojeros y los constructores. Los Althaus, por ejemplo, fueron empleados del ferrocarril
—como Wilhelm— y del puerto —como Jacob—, mientras que uno de ellos
—Luis— también se dedicó a la política en las filas de la Unión Cívica Radical. enviar nota por e-mail | | |